Perdona, no, tú disculpa- Corazón de hielo

PERDONA, NO, TÚ DISCULPA

Llego en tiempo record hasta mi casa donde el cerrajero ya ha concluido con su trabajo y espera una generosa paga como recompensa y como agradecimiento por esperar hasta que regresara con el dinero, así que le ofrezco un billete de veinte dólares y dejo que conserve el cambio, no esperaba más de él así que se retiró con una enorme sonrisa en el rostro.
Abrí la puerta y entré a casa lista para comenzar con los deberes. Lavar los trastes que se habían quedado del desayuno, barrer la casa, lavar baño, hacer tarea…demasiadas cosas qué hacer en tan poco tiempo. Salí al diminuto patio que estaba en casa para encender el boiler y esperar a que el agua se calentara, conecté la bomba para que el agua subiera y pudiera lavar los trastos mientras el agua seguí calentándose.
Terminé de fregar los trastes y corrí hacia mi habitación por ropa limpia y por unas toallas para poder secar mi cabello. Me introduje bajo el chorro de la regadera mientras el agua cálida se encargaba de quitarme el peso de encima de todas esas preocupaciones que había tenido antes. El tiempo de relajación terminó en cuanto escuché el ruido de la camioneta de mi madre entrando por el garage con el sonido típico de la defensa impactando contra el pequeño contenedor de metal para la basura que inteligentemente había sido instalado ahí.
Salí de la ducha y me dispuse a abrirle la puerta a mi mamá para que pasara y no se quedara afuera hurgando en su bolso para encontrar las llaves como siempre lo hacía.
—Gracias Verónica, este bolso va a terminar roto de todas partes si es que sigo lanzando mis laves ahí—comento mientras pasaba al interior de la casa—oye Vero, me encontré con Shannon y me pidió que te dijera que era urgente que le llamaras, creo que dijo algo sobre un trabajo.
Esa era mi señal, cada que decía que le hablara para un “trabajo” sabía que realmente quería desahogarse o chismear acerca de cualquier cosa.
—Claro, espera un momento y ya subo a hablarle, no me da tiempo de barrer ma, mañana lo arreglo—salí disparada y sólo pude captar la sonrisa de satisfacción que arrojaba al saber que contaba conmigo, quizá no tenía un padre, pero ya nos la sabíamos apañar así desde hace tiempo.
Subí por el móvil y de inmediato busqué el número de Shannon, necesitaba comunicarme lo más rápido posible para avisarle sobre el incidente de Marc, probablemente me mataría por no avisarle antes.
—Hola Verónica Praxon, creo que olvidaste llamarme esta tarde para contarme sobre un accidente de una magnitud impresionante—inquirió Shannon con una voz que daba a notar su enorme inconformidad.
—Ya vasta Shan, hoy no estoy del mejor humor del universo así que para un momento, no te hablé porque he estado muy atareada estos días ¿sí?, así que no vengas a desquitarte conmigo ahora porque si estás buscando una riña no te preocupes que soy capaz de darla ahora—respondí sin asustarme del tonto suspiro que mi amiga liberó del otro lado de la línea.
—Lo siento, no quería…
—Ya deja eso para otro momento, ahora lo que importa es Marc. Mañana iremos a verlo después del instituto para saber cómo está su tobillo—sonreí al escuchar cómo mi voz cambiaba para estar más serena.
—Me parece bien, mañana podré ir a tu casa a recogerte, claro si es que te parece.
—Es perfecto, así me dará más tiempo para dormir—musité y colgué el teléfono.
Me lancé sobre mi colchón y registré en la mochila mi pequeña lista de tareas. Matemáticas, historia, lenguas eran las materias que más tarea me habían dejado y si quería seguir patinando más me valía terminarlas antes de que anocheciera más.
Terminé toda la tarea hasta que se hizo de noche, no me quedaba fuerza ni para bajar a cenar, ya me lo calentaría en el desayuno. Quedé dormida de inmediato y ni siquiera me había tapado completamente.
Desperté alterada y tratando de golpear el despertador que estaba en mi escritorio, intenté correr hacia él y caí al suelo dándome un severo golpe en el brazo. Me levanté la manga de la blusa con la que me dormí y tenía un moretón justo en la zona en la que me había golpeado «Demonios, y hoy que debía llegar temprano a practicar y con un mugroso moretón» agité la cabeza alejando ese pensamiento, ¿qué más me importaba si tenía esa marca?, me valía un comino que la vieran; y con esa actitud preparé mis cosas para ir al colegio.
— ¡Verónica! —escuché que alguien gritaba del otro lado de la puerta.
—Ya voy, ya voy—musité a sabiendas de que no podían escucharme del otro lado de la casa.
Abrí la puerta mientras la misma persona seguía gritando.
—Por favor ya cállate, mi mamá trata de dor…Oh Shan, pasa, enseguida me arreglo para irnos—corregía al ver la cara de ira de mi amiga al gritarle que se callara.
Subí como alma que lleva el diablo por la mochila y por unos cuantos trozos de cartón que nos habían pedido con la finalidad de hacer una manualidad en educación artística. Bajé de la misma forma y salí tirando de mi amiga.
—Espera, un momento, es muy temprano para irnos—objetó al ver que no tenía la mas mínima intención de regresar a mi casa.
—Lo sé, pero debo tomar as horas más temprano si es que quiero ir a ver a Marc, lo siento mucho pero recién me acordé que debo ir a practicar…
—De eso también quería hablar—musitó mientras me abría la puerta trasera para que charláramos más cómodas dentro del auto—. Ahora sí, ya dime qué se traen Matthew y tú, creí que era odio profundo lo que había entre los dos.
—Algo así, la verdad no tengo ni la más mínima intención de llevarme bien con él, sólo es por compromiso por lo que le hablo, si no fuera mi nueva pareja patinando no lo haría—me encogí de hombros para que ella pensara que no le daba importancia—. Pero la instructora insiste en que…
—Alto, alto, alto, ¿Matthew Conors es tu nueva pareja? —preguntó sorprendida.
—Sí, como Marc se fracturó tuvieron que asignarme a una nueva pareja y bueno, creo que Matt era el indicado en ese momento.
—Mis condolencias Vero, de verdad lo lamento.
—Para mí ya no es molesto, me acostumbraré—quise creer en mis palabras, quise de verdad creer que podría superar esto que estaba pasando.
—Bueno, entonces veo que no podremos ir a ver juntas a Marc.
—Por Dios Shan, no finjas conmigo. Sé que quieres tu momento a solas con él, así que adelante, aprovecha tu oportunidad—y dándole un golpe leve en el brazo como acto de apoyo continuamos en silencio rumbo al colegio.
Llegamos y caminamos por los pasillos donde se escuchaban los murmullos y quejidos de los alumnos.
—Ustedes dos—gritó alguien a nuestras espaldas y volteamos con todo el terror del mundo—. Necesitamos alumnas en el grupo, si quieren podrían tomar la clase aquí—indicó un alumno del colegio que ya se encontraba en su salón.
—Muchas gracias—contestamos mientras él sostenía la puerta.
—Soy Nick Chase, por favor ayúdenme, estoy muerto del aburrimiento—imploró aquel chico mientras llevaba sus manos a su rostro de una manera dramática—. Oye, yo te conozco—me señaló—tu ganaste las locales en patinaje, eres…Verónica, sí, así te llamas.
—Bueno sí, soy Verónica pero pues decirme Vero, mucho gusto—le tendía la mano y la estrechó con entusiasmo.
—Quizá sea demasiado pronto, pero ¿tienes tiempo de salir hoy?
—Lo siento, tengo práctica y debo ir a ver a un amigo, pero otro día con mucho gusto aceptaré a salir—la incomodidad comenzó a presentarse en mí mientras pedía agritos mudos que Shannon interrumpiera.
— ¡A ver los jóvenes de ahí atrás si no se callan se van de la clase! —gritó el maestro mientras nos apuntaba acusatoriamente con el borrador del pizarrón.
Continuamos las clases matutinas mientras teníamos mayor atención a la hora en la que el timbre sonara y nos liberara del colegio. Pasaron las horas y todo se hacía más tedioso, desde las clases, hasta el tal Nick, quien no dejaba de insistir para que saliera con él.
—Mira Nick, si no dejas de molestarla seré yo quien te plante una bofetada—farfulló Shannon mientras avanzábamos hacia la salida y Nick se alejaba un poco asustado—. Al fin te deja, bueno creo que yo también te dejaré, voy a ver a Marc y de paso te dejo en tu pista ¿si?
—Por supuesto, muchas gracias Shan—y así nos subimos a su auto para ir hacia mi gran recinto del patinaje a practicar por fin con Matthew.
Llegué y tras una larga charla con Shannon me dispuse a entrar y a afrontar lo que sea que me esperaba tras las enormes puertas grises del complejo.
—Por favor que no sea tan malo—imploraba en susurros mientras caminaba por el largo pasillo.
—Claro, hoy vuelvo a la pista…con mucho gusto…creo que el de fresa estaría muy bien linda…sí, cuídate…sabes que te quiero—fueron las palabras que escuché pronunciar a Matthew mientras entraba a los casilleros sin que él se percatara de mi presencia.
—Buenas tardes—saludé tratando de retirar de mi mente la conversación que él había tenido hace unos segundos.
—Buenas noches Verónica, llegas tarde—comenzó con la intención de que discutiera.
—Bueno yo sí tengo cosas que hacer por las mañanas y lo siento si te hice esperar, esa no era mi intención—dije lo más apacible que me fue posible.
— ¿Te sucede algo?
— ¿Te importa acaso?
—Bueno, creo que he hecho algo malo por aquí, ¿se puede saber qué? —indagó mientras yo le daba la espalda y me peleaba con el candado de mi casillero.
—No has hecho nada, sólo he tenido un pésimo día y no tengo ganas de hablar de ello…
— ¡Verónica! —gritó una voz masculina y las pisadas de alguien corriendo se escuchaban más cerca— Verónica, al fin te encuentro te he estado buscando para darte esto—Nick extendió la mano y me mostró una pulserilla de plata que mi madre me había regalado el día en que me contó el incidente de mi padre.
—Gracias Nick, muchas gracias me acabas de salvar la vida—me lancé hacia él y lo estrujé con fuerza entre mis brazos. Matt carraspeó.
—Bueno “Nick”, como podrás ver sólo podemos entrar los patinadores, así que te pido que te retires antes de que llame a la instructora.
—Vino conmigo Matthew, déjalo en paz—inicié a escudar a mi reciente amigo.
—Como quieras Praxon, te espero en la pista y tú Nick ve a las gradas, no puedes estar en los vestidores—y con un par de empujones lo sacó de mi vista.
Saqué todas mis cosas para poder patinar, un vestido, los patines blancos y la pulserilla. Terminé de arreglarme y caminé hacia la pista mientras el frío recorría mis extremidades expuestas a aquella pista, tropecé un par de veces con algunas cosas que estaban botadas en el suelo. Apenas puse un pie dentro de la pista cuando Nick ya se encontraba aplaudiéndome, acto que sin duda alguna irritó a Matthew.
—Por favor Praxon, dile a tu admirador que nos deje practicar o todo esto saldrá peor que mal—masculló entre dientes mientras se dirigía hacia mí para llevarme al centro de la pista.
—Yo no lo traje, él vino solo…además de que a mí me gusta que alguien aprecie mi trabajo y que no sea a ti a quien vengan a ver.
—Auch, eso dolió—bromeó abrazándose el estómago—. Bueno, después de este golpe bajo a mi ego espero que podamos iniciar la práctica, me parecería perfecto que me mostraras el ritmo de tus pisadas para poder seguirte, porque soy un poco más rápido y me costará acoplarme.
Y así lo hice, comencé a patinar alrededor de la pista mientras él trataba de acomodarse a mi ritmo sin rebasarme y tratando de dar zancadas al mismo tiempo. Debo admitir que nunca tuve una pareja que fuese tan atenta, de las pocas veces que trabajé en pareja siempre era yo la que debía.
—Se puede saber por qué estás molesta ahora—dijo Matt mientras se detenía abruptamente lanzando escarcha con las cuchillas de sus patines.
—Por nada, no estoy enojada.
—Claro que sí, estabas mirando con total ira hacia el hielo.
—oh, sólo estaba pensando.
— ¿En qué pensabas?
—En cosas, en fin, hagamos unos saltos para ver cómo acomodarnos para mañana que ya tengamos la música—comencé a hablar rápidamente para evadir el tema, no podía simplemente decirle «estaba pensando en que eres la mejor pareja con la que he patinado» eso hincharía como nunca su estúpido ego masculino.
—Das miedo cuando estás pensando,  parece que vas a matar a quien se te ponga enfrente.
—Deja de decir tonterías y comienza a girar—lo empujé un poco y me alejé de él.
— ¡Vamos Vero, puedes hacerlo bien! —gritó Nick, mi único espectador. Respondí con una sonrisa fingida.
—Vaya, ¿desde cuándo eres “Vero”? —interrogó Matthew alzando una ceja.
—Sólo mis amigos me dicen así—me encogí de hombros para restarle importancia al tema, no quería iniciar una discusión por la forma en la que me llama alguien, eso es estúpido.
— ¿Y por qué yo no te puedo llamar así?
—No lo sé, quizá sea porque no eres mi amigo, digo, es sólo una posibilidad—puso los ojos en blanco y se alejo más de mi—. Hey si te vas tan lejos no podré igualar tu ritmo.
—No me importa, a fin de cuentas seré yo quien se deba acoplar a ti, aunque me costará llevar un ritmo tan lento y poco grácil, además de que no puedes…
— ¡Dejen de pelear! —Interrumpió la entrenadora mientras se acercaba con los conos de entrenamiento hacia la pista—. Ahora señor Conors— wow, le dijo señor, todo un golpe bajo— tome a Verónica y haga una rutina de dos Axel doble, tres loops y finalizamos con dos Split rusos por favor, los quiero para hoy porque debo entrenar con la pareja de Chelsea dentro de media hora así que dense prisa—se sentó en la primer fila de las gradillas a observarnos.
Matt puso sus manos en mi cintura y me alzó una vez tomándome por sorpresa y haciendo que perdiera el equilibrio en sus brazos.
—Torpe—exclamé mientras me equilibraba en el aire—. Se supone que debes avisarme cuando hagas eso.
—Ni loco te avisaría, es obvio que no dejarías que lo haga.
—Sabes que si la instructora lo dice te dejaré hacerlo.
—Muy bien, entonces te levantaré nuevamente y espero que ahora sí puedas estabilizarte—volvió a posar sus manos en mi cintura e instintivamente me retiré para evitar de nuevo el contacto—. De verdad Verónica que no te comprendo, deja de hacer tus estupideces y ven aquí—gritó irritado mientras apuntaba con su dedo la pista frente a él. No tuve otra opción mas que acercarme nuevamente e intentarlo.
—Está bien, sólo no toques otra cosa que no sea mi cintura Matthew Conors, o te juro que morirás—dije amenazadora.
— ¿Crees que yo voy a…? ¡Por favor! Claro que… mejor olvídalo ya Praxon y esta vez hazlo bien—advirtió mientras volvía a acercar sus manos a mi cintura y yo reprimía ese sentimiento que hacía que diera un respingo y me alejara en automático—. Vamos Verónica, estás muy tensa—y con el suave masaje que dio en mi cintura con las yemas de sus dedos volví a alejarme. — ¡Joder Verónica Praxon!, de verdad que si vuelves a hacer eso me largo, no es mi obligación estar aquí perdiendo mi tiempo con una estúpida niña novata que no puede hacer algo tan sencillo…—y antes de que terminara de reñirme le planté mi mano en la mejilla, emitiendo un impresionante sonido que hizo callar los gritos de apoyo de Nick y los gruñidos de la entrenadora.
—A ver los dos, se largan de la pista que aquí no es un ring de boxeo—espetó la entrenadora mientras nos arrastraba tomándonos con ira del brazo—. Vayan a dar sus espectáculos a otro lugar, quedan suspendidos una semana, espero que encuentren un lugar para entrenar—nos llevó a los vestidores y sacó nuestras cosas.
Salí con los ojos llorosos del recinto mientras me ponía la sudadera y me enjuagaba las lágrimas con el dorso de mi muñeca.
—Ay Vero, por favor no llores, vamos a tomar un café, yo te invito—ofreció Nick mientras me abrazaba para consolarme.
—Muchas gracias…pero en este momento…no quiero…olvídalo…mejor sí—dije entre sollozos que no terminaban.
Me alejé asida al brazo de Nick mientras escuchaba los gruñidos de Matthew como música de fondo y mientras me auto torturaba pensando en que todo esto había sido mi culpa y que por eso probablemente mañana debería arreglármelas para conseguir un lugar para entrenar, claro, siempre y cuando él estuviera dispuesto a seguir siendo mi pareja.
Entramos a un pequeño Starbucks que estaba a pocas calles del recinto, elegimos una mesa cerca de la ventana y Nick fue a hacer el pedido.
Las personas pasaban a mi alrededor con unas enormes sonrisas, algunas porque ya se acercaba la navidad y traían bolsas rellenas de dulces, esferas y otra clase de adornos para su arbolito. Los niños era obvio que se entusiasmaban porque sus clases terminarían, y yo sólo estaba deprimida y molesta en mi alejada mesa.
Las campanas que estaban sobre la puerta volvieron a tintinear y realicé el mismo ejercicio, giré a ver de quién se trataba para ver qué era lo que llevaba; pero mi sorpresa se hizo evidente en cuanto vi entrar a Matthew Conors al establecimiento. Tenía ganas de que la tierra me tragara y me escupiera en Japón, o quizá desapareciera mágicamente, así que me sumí en el asiento con la esperanza de que no me viera, no quería sentirme aun más culpable.
Incliné un poco mi rostro hacia la derecha para tener un mejor ángulo para verlo sin que él se diera cuenta. Pero fue cuestión de tiempo para que nuestros ojos se encontraran y lo viera dirigiéndose hacia mí con una mueca de rabia.
—Verónica—interrumpió oportunamente Nick—. Matthew está aquí y creo que no está nada contento—susurró tratando de fingir que todo estaba bien.
—Verónica Praxon, debemos hablar—dijo a modo imperativo Matt mientras tiraba de mi brazo.
—No voy a ir a ningún lugar, estoy en una cita con Nick.
—Claro que no estás en ninguna cita con este perdedor, así que más vale que levantes tu enorme trasero de esa silla y vayas afuera…
—No—espeté sin dejarlo concluir.
—Disculpe señorita ¿está bien todo aquí? —llegó preguntando la gerente del local.
—No, éste joven está agrediéndome, por favor que salga o nosotros nos iremos—dije lo más seria posible, pero no pude esperar la respuesta así que decidí salir del local por cuenta propia mientras Matt nos seguía de cerca.
—Verónica ya basta, dame un minuto para hablar—imploró mientras me tomaba por los hombros—. Déjame hablar por un minuto, y si te parece lo que tengo que decirte que bien y si no lo lamento mucho.
—Habla Conors, sólo un minuto no más, no menos.
—Verás, para empezar perdona, debía ser más tolerante contigo ya que eres una niña y no estás acostumbrada a que otro hombre que no sea Marc te tome por la cintura así que creo que es mi culpa todo esto. Creo que sé de un lugar cerca para patinar ahora que inicia el invierno, el lago del parque se congela en esta temporada y creo que sería un buen lugar para patinar…
—Alto ahí Matt, ¿quieres seguir patinando conmigo?
—Claro, eres maravillosa patinando y hasta ahora no se me ocurre mejor pareja para trabajar, así que si tú estás dispuesta…
—Gracias—musité mientras me lanzaba a abrazarlo. En mi vida había estado tan feliz de que alguien hablara claramente conmigo—. Muchas gracias Matt, esto significa demasiado—unas lágrimas comenzaron a picar mis ojos tratando de escapar.
—Ay Vero no llores, no me gusta ver a las personas llorando—me secó las lágrimas con el pulgar mientras sostenía mi rostro entre sus suaves y cálidas manos—. Y hay otra cosa que no me gusta ver.
— ¿Qué cosa?
— A ti saliendo con otro chico—soltó mi rostro y bajó sus manos a mi cintura, me levantó unos centímetros del suelo y plantó sus labios en los míos para fundirnos en un beso  lleno de pasión.

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