Llegué a mi palacio resignado a la
opción de casarme, había conocido a la chica con la que estaba obligado a
contraer matrimonio su nombre “Jinohra” al observarla mi estómago dio un
vuelco, no era como todas las ostentosas princesas, ella era diferente a como
la imaginé.
En
mi mente estaba una niña consentida y caprichosa que todo lo que haría sería
despilfarrar dinero en cosas simples e inútiles, pero al verla de frente con
sus jeans y ropa completamente informal quedé sorprendido. Aquella imagen de
ella quedó desplazada por completo. Su único defecto: su actitud, tiene una
actitud de los mil demonios, pero podré sobrellevarlo.
Algo
que me preocupó en cuanto la vi fue su comportamiento, si no se controlaba
arruinaría mi imagen junto con la de mi familia y yo quiero evitar eso a como
dé lugar.
Al
llegar a mi hogar pude acercarme un televisor y estuve a punto de besarlo,
¡joder! Ahí no hay televisores, ni celulares, ni nada de tecnología. Ahora veo
por qué estaba tan furiosa Jinohra ahí no hay entretenimiento no hay
distracción alguna más que hablar con las doncellas, bendito sea el día en que
no nací “princesa”.
Al
siguiente día debía hacer oficial el compromiso que se llevaría a cabo dentro
de dos meses según los padres de Jin ya que yo no quise establecer fecha alguna
pues me era indiferente, podrían decir que nos casaríamos en una semana y yo
no me quejaría siempre y cuando mi
imagen se mantuviera limpia, de todas formas jamás llegaría a amar a Jinohra
así que no le di importancia a una fecha en específico.
Las
invitaciones ya habían sido corridas y hasta mis padres tenían las suyas. Yo no
quería que ellos asistieran pues me ponen nervioso, ellos me criaron para este
momento pero yo jamás lo deseé ni siquiera pensé que a mis veintiún años estaría comprometido, era una fecha lejana
que al final llegó antes para mí.
—Manden
vestidos nuevos a casa de mi prometida—ordené a la servidumbre—hey señora Johns
por favor entréguele esto de mi parte—le di una cajita con un teléfono para
estar comunicados—dígale que le explicaré cómo usarlo en cuanto vuelva a verla
—Si
majestad, como usted ordene—hizo la reverencia y se retiró
Salí
un rato a pasear por las calles del reino, me gustaba convivir con mis
“súbditos” aunque odio ese término pues son personas al igual que yo y creo que
si estuviera en su posición me gustaría tener contacto con mis reyes y
principado.
Tenía
ciertas amistades dentro de mis reinos y creo que les agrado aun que haya
escuchado comentarios negativos y hago lo suficiente o al menos lo que puedo
por todos ellos.
Al
regresar a casa me esperaban mi hermana y mi madre. Mi padre, el rey de Lisburn
había muerto en un combate con otro reino y hace tiempo que todo se gobierna
con las leyes de mi madre, por lo que cuando ella muera yo tomaré posesión
debido a que soy su único hijo varón
—Madre,
hermana, he regresado—musité haciendo una reverencia hacia ellas
—
¿Cómo te ha ido hijo?, ¿Pudiste ver a tu prometida? —interrogó mi madre con una
mirada alegre al sacar el tema de mi compromiso
—Si…pero
no es una “princesa” exactamente—respondí entrando a tientas
—
¿Cómo que no es una princesa? ¿Nos han engañado?
—No,
no quise decir eso, me refiero a que de título si lo es, más no de actitud
—Tendrás
que educarla—llamó a mi hermana y la sentó frente a ella para comenzar a
cepillar su cabello—no necesitamos a otra chica mal educada por aquí—dijo en
tono infantil jugando con la pequeña que tenía frente a ella
—Emy,
ve a tu habitación, debo hablar con mamá—advertí a la pequeña de la casa
—
¿En verdad debo hacerlo? —interrogó a mi madre poniendo aquellos ojos a los que
no te podías negar
—Si
a tu hermano no le molesta…
—Pues
realmente no pero quería hablar contigo sobre…algo importante—mi madre dejó de
sonreír y me miró seria
—Emily,
ve a la cama de inmediato, es algo serio
—
¿Es sobre mi cuñada? —preguntó mi hermanita tirando de mi camisa y logrando que
me ruborizara
—No,
no lo es—respondí cortante y mi hermana se fue
—Ahora
dime qué es lo que quieres—reparó mi madre
—Ella
es…hablo de su forma de ser, es una maleducada, una muy mala esposa y ni qué
hablar de su vocabulario…es tan…irritante; no creo aguantar a su lado—estallé,
jamás creí llevar tanta carga a mi casa de tan solo ver a la irritante de Jin
—Lo
sé, tú eras igual cuando eras un pequeño niño
—Pero
ya no lo soy, he madurado y ella…es sólo un año menor que yo, debería
comportarse como lo que es—hice un mohín y me di la vuelta para seguir a mi
habitación
—Necesitas
ir a tu propio lugar Aivan, aléjate de todo el reino por un momento, lo
necesitas—me tendió una ropa “normal”, jeans de mezclilla, una playera de algún
grupo de música y unos tenis
—
¿Hablas en serio? —interrogué contrariado
—Muy
en serio Aivan, relájate un poco y en cuanto te sientas listo regresa a ver qué
tal están las cosas con la princesa Jinohra de Newry, deben aprender a vivir
juntos, así como yo lo hice con tu padre—el tono de su voz disminuyó al
mencionar a mi padre.
Todos
sabíamos la historia de su muerte en la batalla, pero mi madre lo odiaba por
eso, por preferir su pueblo antes que su propia familia.
—Te
tomo la palabra madre, voy a distraerme y espero sirva de algo.
Tomé
las cosas y salí del palacio una vez estuve cambiado. Caminé por las calles
como una persona normal, como cualquier como individuo, sin ser acosado o
atacado por los que estaban en contra de nuestras leyes o asfixiado por la
atención de las chicas.
Encontré
un pequeño departamento a las afueras de la ciudad del reino donde habitaba la
Duquesa Cassidy, nosotros habíamos sido amigos desde la infancia. Mi padre
había pensado en unirme en matrimonio con ella, pero como era una simple
duquesa no quiso continuar con todo y hasta la fecha es una de las pocas cosas
que le debo agradecer.
Sería
un completo desastre con ella. Ella es una mujer independiente, enunció
prácticamente a su puesto en la realeza para vivir aislada y sin nadie que la
moleste.
He
recurrido a ella en diversas ocasiones. Una vez fingió ser mi prometida frente
a mi padre para que pensara que mi compromiso con la princesa de Icaria debía
ser anulado, y sorprendentemente lo logramos, jamás soporte a esa tipa
engreída, era peor que Jinohra.
Pasé
la semana en casa de Cassidy, en mi último día para regresar a mis labores
reales conocí a la amiga de Cassidy, una chica hermosa que iba enfundada en un
vaporoso vestido, supongo que era de la realeza.
—Mañana
anunciarán mi compromiso, hoy se hará una ceremonia, una especie de cena-baile
para dar a conocer a la feliz pareja de príncipes—frunció el ceño.
Supongo
que hablaba de mi compromiso con Jinohra
—Lo
sé pequeña, pero calma, que todo marchará bien, recuerda el consejo…—vi sonreír
a Cassidy.
Tenía
tantas ganas de salir de atrás de la barra de la cocina para preguntarle su
nombre a la chica del hermoso vestido, pero prefería que ella hablara sin que
se diera cuenta de mi presencia
—Aun
no estoy lista para el compromiso—repeló la chica <<Y que lo
digas>> respondí mentalmente
—Lo
sé, lo has dicho cada minuto desde que las cartas llegaron, pero ya no sigas
con esto, ni siquiera lo conoces y aun así, no puedes deshacer el compromiso
—Lo
sé—su voz se partió y comenzó a llorar en los brazos de Cassidy.
Tenía
tantas ganas de ir darle un abrazo y
sacarla de aquí lo más rápido posible para evitar aquel compromiso que la hacía
tan desdichada.
Apuesto
a que el tipo debe ser un imbécil por tenerla tan infeliz y ella una dama
hermosa que vale la pena conocer, no como mi futura prometida Jinohra, ella si
arruinaría por completo la imagen de mi reino.
Aquella
chica se retiró y Cassidy se dejó caer en el sillón con un gran suspiro
—
¿Sucede algo? —dije mientras me acercaba a ella
—Otra
princesa renegada a contraer nupcias. Eso me hace alegrarme de ser una duquesa
y no una princesa—rió
—Dímelo
a mí, tengo que casarme con una chica a la cual odio—bufé
—
¿Hablas de Jin?, ella es una chica encantadora, apuesto a que te sorprenderá—me
guiñó un ojo y mandó a llamar a su chofer personal para que me llevara al
palacio a prepararme para mi propia presentación con Jinohra.
Me
monté en el auto y salimos disparados hacia mi hogar, cada hora que pasaba era
mayor presión, debía fingir estar enamorado de alguien que no conozco en lo más
mínimo y de la cual tengo dos opiniones, la mía y la de Cassidy
—Haz
regresado—corrió mi madre a recibirme con Emy siguiéndola—te hemos echado de
menos—me llenó de besos como cualquier madre haría
—Estoy
bien, debo arreglarme para la presentación.
Subí
a mi habitación a cambiarme la ropa normal por MI ropa “normal”, un traje
perfecto, camisa impecable, pañuelo en el saco y corbata con un nudo perfecto;
los zapatos acordes a la ocasión, toda mi vestimenta elegida por alguien más
para mantener limpia la imagen.
—Es
momento de que te vayas para elegir todo lo relacionado con el adorno de
mañana—musitó mi madre irrumpiendo en mi habitación
—Lo
sé, deséame suerte—me despedí de mi familia y salí al carruaje para que me
llevaran “al reino del siglo XV”, odio ese maldito reino sin tecnología.
Me
recibieron con gran entusiasmo en Newry y abrieron las puertas de su salón de
eventos o como le llamaran a aquel lugar
—Jinohra,
he vuelto—musité con total dramatismo y una chica salió de detrás de unas
cortinas a recibirme.
Me
quedé atónito ante lo que veía. La misma chica que hace unas horas había estado
con Cassidy estaba frente a mí. No puede ser, aquella hermosa chica era
Jinohra. Me arrepiento de lo que pensé antes sobre el imbécil que la tenía
infeliz.
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