Era de noche y no lograba conciliar el sueño, cerré mis ojos y
tuve la extraña sensación de que alguien me observaba, me refugié en mis
sábanas y quedé profundamente dormida.
Desperté y
acaricié mi rostro, afortunadamente todo aquello había sido sólo una horrible
pesadilla.
Mi nombre es
Clairy Dench, soy de una familia adinerada, somos la familia más poderosa
(económicamente hablando) del estado de Oregon, afortunadamente soy hija única
de la feliz pareja Dench, pero eso no me salva de los deberes de cualquier otra
chica normal, debo ir al colegio <<yo prefiero llamarlo “el manicomnio”,
pues para comprenderlo deberías asistir a semejante instituto como el mío>>;
en fin, se me ha hecho tarde, otra vez.
— ¡Baja, el
desayuno está servido!—dijo mamá con esa angustiante voz que me estremecía
—
¡Enseguida! —respondí; honestamente no tenía la intención de levantarme de la
cama para ir a estudiar, era agobiante clase tras clase, el lado positivo era
que ya casi terminaba el curso y entraría pronto a la universidad.
Las
relaciones sociales nunca fueron mi fuerte, pasé toda mi infancia sin ningún
amigo, pues en cuanto trataba de hablar con alguien las palabras no lograban
salir de mi boca, de ahí esos apodos de mal gusto, nunca lo soporté, pero
después de varios años una se acostumbra.
Al llegar al
primer día del último curso de preparatoria no encontraba mi salón de clases,
por lo que llegué tarde a mi primer clase con la señorita Nancy, una profesora
muy bondadosa de la que todos se aprovechaban, hasta cierto punto me daba
lástima. Sonó la campana y todos salieron como manada al primer descanso, yo
tardé un poco en acomodar mis cosas, cogí mi pequeño bolso y decidí salir del
salón de clases; la suerte y el destino habían confabulado aquel día para
arruinar mi existencia, pues al salir me topé con Cindy, una adolescente tonta
y fastidiosa, que desafortunadamente conocí desde la primaria, me empujó contra
la pared del salón, pero logré zafarme de ella para continuar con mi camino
—Veo que no has
cambiado nada—dijo con un tono de burla—la pequeña rata quiso salir de la
alcantarilla el día de hoy—continuó—si fuera tú, huiría antes de que algo me
pasara, lo digo enserio, antes por que tus primos te defendían era compasiva,
ahora que ya no están te encuentras vulnerable, sola, sin amigos, sólo eres una
presa fácil—me observó con unos ojos asesinos, al voltear para seguir mi camino
al baño, me di cuenta de que todos me miraban como si fuera un espécimen raro
en peligro de extinción y solo bastaron unos segundos para que comenzaran a burlarse
de mí.
No sabía
cómo reaccionar, así que corrí hacia los baños conteniendo las lágrimas. Cindy
siempre me ponía de malas y me humillaba, pero jamás había llegado a este
grado, de pronto sentí cómo una mano tocaba mi hombro “(que no sea Cindy)”
pensé, tal fue mi sorpresa que me quedé en shock y noté que mis mejillas
enrojecían súbitamente, pues ante mí estaba un chico alto, delgado, de tez
blanca, ojos color miel y una hermosa sonrisa, parecía un modelo de alguna casa
diseñadora
—Hola—dijo
aquél chico—me llamo Fremont—pero estaba que no me la cría y ridículamente
balbuceé
—Ho…hola,
soy Clairy, pero puedes llamarme Clair—mi cara estaba a punto de hacer
erupción, así que decidí bajar la mirada, ¿qué me sucedía? su presencia me
volvía torpe, tal vez comí algo podrido, eso debe ser
—Mucho gusto
Clair, vi lo que aquella chica te hizo, fue muy desagradable, en verdad, pero
no dejes que te dañe, no bajes la mirada, ¡ya sé! ¿Te gustaría almorzar conmigo
en el siguiente descanso? —preguntó amablemente, se veía como un caballero,
nadie jamás me había invitado a
almorzar, siempre supuse que era por mi actitud tan tajante, pero ahora él
había logrado mostrarme que no era así
—Cla…claro
¿por qué no? —respondí y ahí estaba otra vez ese nerviosismo ilógico
—Está bien,
entonces te veré más tarde—afirmó.
Era real, él
me había invitado a almorzar, pensé que jamás sucedería, pero eso me hizo
sentir muy feliz, el único problema era la comida podrida que debí desayunar
para hacer que me sintiera así, no podía dejarlo plantado, además cuando se fue
me sentí mejor, y no importa que fuera solo el desayuno escolar, eso ya le daba
sus méritos, era excelente, por no decir perfecto, extraña y muy horriblemente
no podía dejar de pensar en el, algo extraño me estaba pasando, de eso estaba
segura, pero no sabía que era.
ESE DÍA FREMONT
Acababa de ver a una chica discutir, me parece que ella era a quien
debía llevar, debo rectificar como se llama, se está acercando, creo que debo
actuar
—Hola—dije,
tocando su hombro, ella volteó con una mirada llorosa, creo que era por lo que
aquella otra chica le había dicho—me llamo Fremont— ¿qué le ocurría? Estaba
petrificada frente a mí
—Ho…hola, me
llamo Clairy, pero puedes llamarme Clair—balbuceó tontamente, y su cara se puso
roja, debo admitir que se veía más hermosa de lo que me habían dicho que era
—Mucho gusto
Clair, vi lo que aquella chica te hizo, fue muy desagradable, en verdad, pero
no dejes que te dañe, no bajes la mirada, ¡ya se! ¿Te gustaría almorzar conmigo
en el siguiente descanso? —ofrecí <<¿qué rayos? ¿Por qué la invité? Se
supone que solo debía llevármela>>, pero es que ella era tan atractiva
tenía la tez blanca, pero no tanto como la mía, sus mejillas rosadas, sus
labios eran de un hermoso rosa, el cabello color castaño claro le caía ondulado
a los hombros, la sonrisa perfecta, unos ojos verdes que hechizaban, puedo
decir que era la mujer más bella que he conocido.
No cabe
duda, me gusta, es maravillosa, algo tímida, pero ya se le quitará, debo
apresurarme, me encontraré con ella en el comedor, no debo hacerla esperar o se
molestará.
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