Volvía a insistir con esa pregunta ¿qué sucedería con la respuesta?, si decía que sí se iba a alegrar, si decía que no también, no comprendo la importancia de mi respuesta.
—
¿Por qué quieres saberlo?
—No
lo sé, creo que simple curiosidad—admitió Cassy
—Ahí
lo tienes, no importa realmente—sonreí tratando de que ella calmara sus ansias
y su asombrosa curiosidad.
—Sabes
que no dejaré de insistir ¿cierto? —despegó una sonrisa de maldad.
—Lo
sé—acepté resignada.
—Entonces
responde—insistió.
—Yo…la
verdad es que yo…
Un
ruido proveniente de la cocina nos sobresaltó haciendo que emitiera un grito
agudo pero fuerte.
—
¿Qué fue eso…? —pero antes de terminar de articular la pregunta Cassidy ya
estaba caminando sigilosamente hacia la cocina.
—
¡Aivan! —grité al verlo parado en la cocina— ¿nos estabas espiando?
Noté
cómo se teñía de un leve color rojo en sus mejillas, un gesto muy infantil,
sonreí.
—No,
no estaba espiando, sólo bajé por más agua.
—Claro,
es obvio que morías de ganas de escuchar su respuesta—intervino mi amiga.
—
¡Cassy! —reproché.
—
¿O vas a negarlo Aivan? —continuó mi amiga ignorando mis reclamos para
silenciarla.
—Ya
basta las dos, yo no estoy interesado en sus estúpidas conversaciones de
niñitas caprichosas—sentenció mi prometido tomando torpemente un trago de su
vaso con agua y derramando un poco por las comisuras de sus labios.
Estaba
furiosa, no por que posiblemente me estaba espiando, sino por llamar estúpidas
a las conversaciones entre mi amiga y yo, ¿ahora dónde estaba la dichosa
imagen?
—Aivan,
tu si puedes faltarme al respeto, tu sí puedes ir y venir como quieras y
reclamar por cada uno de mis “estúpidos” actos—espeté mientras lo apuntaba acusatoriamente—ahora,
si ambos quieren saber la maldita respuesta es ¡NO! —grité lanzando una furiosa
mirada que pasó de la cara de Aivan a la de Cassidy.
—Cálmate
Jiny—sugirió Cassy mientras daba unas palmaditas a mi espalda para relajarme.
—Ahora
no Cassidy—refunfuñé.
Salí
de aquel lugar con un paso acelerado hacia mi habitación, dejando a Aivan y a
mi amiga ahí abajo.
Me
tiré en la cama para ponerme la pijama y descansar, aunque fueran sólo cuatro
horas, pero debía calmarme, tal vez mañana las cosas estarían mejor.
O
posiblemente estaba equivocada, muy equivocada.
Al
despertar ya se escuchaban gritos en la habitación ocupada cerca de la
mía—Aivan—pensé.
Me
levanté muy a mi pesar de la cama para ir a ver qué sucedía para mantenerlo tan
alarmado.
—Aivan—susurré
abriendo un poco su puerta, pero no pareció escucharme—Aivan—volví a decir con
la voz un poco más recia.
—Te
escuché la primera vez, no quiero hablar contigo en este momento.
—
¿Por qué?
—Ahora
no Jinohra, por favor vete.
—Dime
qué te sucede, tus gritos se escuchan hasta mi habitación.
—Me
callaré si es lo que quieres, pero sal de aquí.
—Hablo
en serio Aivan, ¿qué sucede?
—Me
largo—espetó empujándome hacia un lado mientras salía de la habitación.
—Aun
es muy temprano, no es seguro salir—musité mientras caminaba tras de él.
—No
creo que sea más peligroso que seguir aquí dentro—masculló entre dientes.
—Te
escuché Aivan, te estás comportando como un completo idiota—reclamé.
—No
me importa lo que pienses, si crees que soy un idiota, bien por ti, agradezco
que seas lo suficientemente honesta para confesarlo.
¿De
qué estaba hablando?, no le había hecho algo para que estuviera así ¿o sí?, que
yo recuerde no había hecho nada, tal vez Cassy fue la culpable de su tan grave
estado de ánimo, pero él no tenía el derecho de desquitarse conmigo.
—Hey,
tu auto sigue aquí genio, deberías ir por él.
—No
te preocupes, si es que realmente estás preocupada, mandaré enseguida a alguien
por él—sonrió amargamente.
¿A
qué se supone que estaba jugando?, ¿ahora era él el indignado?, ¡cómo lo
detesto!
—
¿Se puede saber qué te he hecho para ser tratada así? —decidí soltarlo de una
vez.
Si
íbamos a empezar nuestro primer problema, que mejor que siendo sólo prometidos,
no soportaría estar casada con alguien tan voluble.
—No
te estoy tratando de alguna otra manera que no sea laque merezcas.
—Tan
siquiera ten el valor de decírmelo a la cara—se detuvo de golpe y se dio la
vuelta.
—Listo,
¿así te parece mejor? —musitó con total arrogancia.
—Sí,
a decir verdad así estas bien.
—Muy
bien, entonces te lo digo nuevamente, no te trato de alguna manera que no
merezcas—se dio la vuelta nuevamente y retomó su caminata.
—
¿Eres tan inmaduro como para ir hasta tu reino caminando?
—Sí,
supongo que sí—y no detuvo la marcha.
Estúpidos
tacones y vestido caluroso, si no fuera por estas mugres cosas ya lo hubiera
alcanzado y lo llevaría de regreso a casa.
Ni
siquiera sé porque estoy tan empeñada en traerlo de regreso, se que aun es muy
temprano y que ni yo debería salir como si nada, pero me preocupa él y es
horrible esa maldita sensación.
—Me
preocupas—solté antes de reprimir las palabras.
¿De
dónde había salido eso?, no sé en qué estaba pensando—En Aivan—me respondí en
automático.
—
¿Perdona? —se giró y pude jurar que estaba sonriendo.
—No,
nada sólo tonterías—excusé.
—
¿Dijiste que te preocupo? —sonrió ampliamente y no pude evitar soltar una
risita.
Demonios,
¿qué me pasa?, eso no es divertido—pero te hizo reír—me reprimí.
—No
era lo que quería decir, me preocupas porque si te pasa algo seguramente mi
familia estaría mal, es sólo eso—sentí mis mejillas arder e intenté torpemente
cubrirla con mi cabello, pero éste estaba sujeto en una trenza gruesa y no
logré nada.
—Ven
aquí—me acercó tomándome de los hombros y creo que enrojecí más, pues soltó una
risa escandalosa; liberó mi cabello y cubrió mi rostro con éste—así está mejor.
—Idiota—mascullé.
—
¿Tanto así quieres que regrese?
—No,
por mí puedes irte—hice un puchero infantil.
—Ya,
regresemos—me cogió de los hombros y caminamos de regreso al castillo.
Cada
paso era una tortura, tal vez me saldrían llagas por tan altos tacones, debía
pedir un cambio en mi guardarropa pronto.
—
¿Sucede algo? —preguntó mi acompañante.
Comenzaba
a renguear y dejé escapar un gemido de dolor que alarmó al chico que tenía sujetando
fuertemente mi mano para enderezarme.
Hincada
en el suelo volteé a verlo.
—
¿Por qué lloras? —se alarmó sin saber qué hacer.
¿Estaba
llorando?, no lo había notado. Pasé el dorso de mi mano en mi mejilla y sentí
las lágrimas.
—No
es nada—hice un vano intento de levantarme.
—Espera
un segundo—se agachó hasta el suelo y me cargo en sus brazos.
—
¡Déjame, puedo caminar sola! —exigí.
—Claro—bufó
con “ironía” escrita en su rostro—cálmate y disfruta del paseo.
—De
verdad puedo continuar por cuenta propia.
—Y
probablemente también romperte el tobillo, ¿acaso crees que quiero una esposa
coja?
Estaba
bromeando, de eso estoy segura, pero no me atrevía a preguntar pues la
respuesta me asustaba.
—Puedes
dejarme en la entrada y retirarte.
—
¿Qué parte de “no quiero una esposa coja” no entiendes?
—Que
no seré tu esposa.
Al
finalizar mis palabras tensó su agarre en mi cuerpo y se detuvo por un instante
sin decir alguna palabra.
—Bueno,
supongo que tampoco Huge querría una esposa con un pié mal ¿no crees? —miró
hacia abajo para observarme y leer mi reacción.
—No,
supongo que no le gustaría—respondí al fin y sólo provoqué que me bajara.
—Tus
deseos son ordenes—me depositó en el suelo.
Caminé
dignamente y sin ofrecer disculpas cerca de unos…dos metros, pero enseguida me
desplomé en el suelo, esta vez escuchando un fuerte sonido proveniente de mi
zapato. Traté de levantarme pero fue inútil, mi tacón estaba deshecho.
—Jinohra—se
acercó Aivan— ¿puedes ponerte de pié?
—No—gruñí
tomando el tacón entre ms dedos.
—Cariño,
enseguida te llevo al palacio—volvió a cargarme y no dejaba de observarme.
En
ese momento me percaté de un pequeño detalle, ¿me había llamado cariño?, pero
no me atreví a preguntarle.
Al
llegar ahí todos nos vieron en esa incómoda situación, Aivan cargándome y con
una leve sonrisa en su rostro, había pasado todo el camino burlándose de mi
rostro en cuanto vi mi tacón botado en la acera cerca de mi pie.
—
¿Qué te paso princesa?, ¿estás bien? —dijo la reina mostrando todo lo contrario
a la preocupación.
—Mi
tacón se rompió—mostré el tubo que estaba en mi mano—pero enseguida llevo a que
reparen el calzado.
Así
es, mis padres tenían a una persona para la familia real especial para que
diseñara el calzado para los reyes y la princesa.
—No
olvides llevar el carruaje, no quiero verte en esos vehículos
nuevamente—sacudió la mano con asco.
Se
refería a los automóviles, ellos odiaban cualquier cosa tecnológica, algo que
en cuanto me casara debía hablar con Aivan para arreglarlo.
—Sí
su majestad.
Aivan
aun no me soltaba y me llevó hasta la habitación cargándome y ejerciendo mayor
fuerza en cada escalón.
—Aivan,
puedes bajarme ahora.
—No
quiero—y salió corriendo conmigo aun en sus brazos.
—
¡Ya déjame!—chillé golpeando su pecho, pero era tan increíblemente fuerte que
no se detuvo ni se quejó.
—Sabes
que no lo haré, vamos al carruaje—me bajó a una gran velocidad hasta llegar a
los establos, donde estaba el jinete que me llevaría en carruaje.
—Hey,
queremos una de esas cosas—dijo Aivan señalando al carruaje.
—Como
ordene su majestad—reverenció y fue por un caballo. Destiny, el favorito de la
familia Real de Newry.
—No,
no sé de prisa, yo manejaré esta vez, quiero estar a solas con mi
prometido—sonreí pícaramente, obteniendo de Aivan una media sonrisa.
Aún
con mi zapatilla sin tacón me las arreglé para trepar a la silla de montar y
asir las riendas del caballo en mis manos.
Con
un pequeño movimiento el caballo comenzó a trotar con Aivan en el carruaje,
quien miraba asombrado a forma en la que cabalgaba.
—
¿Dónde aprendiste eso? —interrumpió mi pasajero.
—Vivir
en un siglo atrasado tiene sus ventajas—musité.
—Pero
no tolero que estés haciendo esto para mí, se supone que yo debería llevarte.
—Adelante,
ven aquí—detuve al caballo —pero no es fácil hacerlo—advertí.
—No
importa, después te enseñaré a conducir—me guiñó y se montó a mi lado.
—No,
no, no, tú vas al frente.
Me
bajé del caballo y dejé que él se pusiera al frente y tomara las riendas del
corcel, me coloqué detrás de él y pasé mis manos por su cintura para tomar sus
manos y él las retiró enseguida.
—Por
favor, pon tus manos, no muerdo—sonreí apoyando mi mejilla en su espalda.
Indudablemente
estaba tenso, montar a caballo no era una tarea sencilla, y menos con un
carruaje por detrás.
—Primero
das un pequeño tirón a la rienda y después tratas de mantener el ritmo en
cuanto nuestro amiguito pare—susurré en su oído, pues estaba muy cerca.
—Sí—dio
el pequeño tirón y enseguida el caballo inició la carrera, continuamos al ritmo
mientras me aferraba a la cintura de Aivan, pues estaba muy lejos la punta de
la silla como para tomarla.
Seguimos
así por las calles mientras todos observaban la escena, comencé a apoyar mi
mejilla en la espalda de Aivan nuevamente para poder mantenerme cómoda, pues
empezaba a cabecear por el ligero meneo del caballo y por el calor que nos
dábamos mi prometido y yo.
Llegamos
a nuestro destino, pero no se detenía el carruaje.
—Aivan,
detente—espeté.
—Es
lo que intento, pero esta cosa no se detiene.
Dio
un tirón más fuerte y el caballo salió corriendo sin poder detenerse, mientras
me aferraba fuertemente al dorso de Aivan.
—Detenlo
por favor—gemí.
Era
una de las tantas cosas que me aterraban, pues una vez sucedió exactamente lo
mismo con mi instructor.
El
caballo nos llevó galopando hasta las afueras del reino, justo en el bosque y
caímos al suelo, el caballo continuó sin notar que ya no llevaba jinetes.
—Jinohra
¿estás bien?
—Sí
Aivan, ¿y tú?
—Sólo
unos raspones, pero nada grave—sonrió y me ayudó a pararme—tu tacón sigue mal,
no podrás caminar.
—Eso
no pareció impedir que me trajeras.
—Lo
siento Jin, no era mi intención que esto sucediera—tomó mis manos entre las
suyas y besó uno a uno mis nudillos dejándome perpleja ante su gentil acto.
—No
te preocupes, nadie de nosotros sabía que esto sucedería—le di una sonrisa para
mejorar la bochornosa situación.
Caminamos,
más bien caminó, por el bosque para hallar una salida hacia algún lugar que no
fuera otro pasaje del bosque.
Llevaba
cargándome más de dos horas sin parar ni quejarse, sólo se había dedicado a
hacer la búsqueda de la salida lo más cómoda para mí.
—Jinohra,
¿conoces alguna parte del bosque o hay alguna especie de camino que nos indique
la salida?, no quiero que oscurezca mientras estás aquí, podría resultar
peligroso.
—Por
mí no te preocupes, pero no, no hay alguna salida que conozca, si te soy
honesta nunca había venido hasta aquí.
—Eso
no nos ayuda en nada Jin, ¿cómo puedes ser la princesa y ni siquiera conocer tu
reino?
—Perdona,
pero mis padres no me permiten salir del palacio.
—
¿No convives con tus súbditos?, ¿quieres decir que no sabes cómo viven en
Newry?
—Bueno,
Cassidy me ha informado pero…
—Pero
nada—intervino Aivan—debes salir más seguido, o no sé cómo reinarás si no
conoces a tu propio pueblo.
—A
decir verdad jamás he pensado en ser reina, probablemente decline a favor de
alguna de mis primas, tengo miedo de no reinar adecuadamente—admití tomándome
un profundo respiro.
—Estoy
seguro de que serás una magnífica reina y por eso no te preocupes, falta mucho
para que ese día llegue—sorpresivamente besó mi frente dejándome atónita ante
tantas demostraciones de afecto el día de hoy.
—
¿Estás cansado?, puedes bajarme y buscaremos juntos algún lugar para quedarnos.
—No,
no estoy cansado y no digas eso, no nos quedaremos aquí, espero poder salir
antes de que anochezca.
—Yo
estaría con tanto optimismo si no fuese por mis zapatos.
—Baja
con cuidado—me depositó de pie en el suelo.
—Tengo
hambre—solté, no habíamos desayunado nada, de hecho nos salimos así y por la
forma en la que se veía todo ahora, pronto llegaría la noche.
—Yo
también, pero pronto saldremos de aquí, sólo esperemos que nos encuentren o
encontrar la salida.
—Me
inclino más por encontrar la salida.
Fuimos
caminando, yo apoyada del hombro de Aivan, y buscando algún lugar que nos
llevara a la salida o que nos pudiese brindar refugio por una noche.
—
¿Tienes frio? —interrumpió Aivan.
—No.
—Eres
una mala mentirosa, ven aquí—me atrajo a su lado en un fuerte abrazo—estabas
temblando.
Se
quitó su saco y lo colocó en mis hombros. Se quedó sólo con la camisa delicada
que llevaba sobre su delgado torso.
—Necesitas
este saco—lo quité de mi cuerpo devolviéndoselo.
—No
más que tú, no seas necia y póntelo que ahora estoy de buenas—sonrió y me
devolvió el abrigador saco.
—
¿Por qué hace unas horas estabas molesto? —me decidí a preguntar.
—
¿De verdad quieres escuchar la respuesta?
—
¿Tan mala es?
—No,
o no lo sé, para mí no lo es.
—Entonces
sí.
Emitió
un gran suspiro y dio un paso para acercarse a mí y tomar nuevamente mis manos.
—La
respuesta—emitió como una especie de suspiro.
—
¿Qué respuesta?
—La
que le diste a Cassidy.
—No
puede ser—cubrí mi rostro con las manos para evitar mirarlo a los ojos.
—Pero
así es—se resignó decir.
Liberó
mis manos de su agarre y comenzó a alejarse a un paso lento y sin dudarlo
caminé lo poco que pude para alcanzarlo.
—No,
espera, debo explicar las cosas, no me puedes dejar así como así sin saber la
razón.
—
¿Huge?, es muy obvio porque…
—No
es él, deja tus celos a un lado por favor —interrumpí—es sólo que no te
conozco, nos obligaron a comprometernos así como así, perdona, pero no puedo
obligarme a sentir algo que ahora no siento, pero no me niego a la posibilidad
de que suceda, de todas formas así como no me puedo a obligar a sentir algo,
tampoco puedo obligarme a desarrollarlo por una persona en especial. Pero si
sigues insistiendo en que es Huge, creo que cometeré un asesinato con el tacón
que me queda—soltó una carcajada que tuvo que sofocar cubriéndose la boca.
—Está
bien Jinohra, no te presionaré porque yo tampoco estoy seguro de lo que siento,
pero seré lo más honesto posible contigo desde ahora, tú, no lo sé—rascó su
nuca—me haces sentir diferente, pero parte de esa diferencia se mezcla con el
amor hacia mi hermanita Emily, así que no tengo ni la menor idea de si es
cariño solamente o algo más, no eres la única, pero si le cuentas algo de esto
a alguien probablemente no salgas del bosque—bromeó.
—Entonces
mientras vallamos a algún lugar, que ahora está todo oscuro—sugerí y me apoyé
nuevamente para caminar en busca de algo.
—Aún
tengo hambre—se quejó mi acompañante.
—Y
que lo digas, no tengo nada en mi estómago y ya es muy noche como para seguir
vagando, será mejor ir a dormir a algún lugar.
—Tú
elijes, cama de hojas o de tierra, hay mucho espacio disponible—jugó.
Pero
era verdad, de no ser el suelo, no teníamos otro lugar para descansar y a pesar
de las quejas que pudiera dar nada cambiaría nuestra situación. Esperaríamos a
salir o si no a que alguien viniera por nosotros—estúpido caballo—me reprochaba—no
debía dejar a Aivan cabalgarlo sin mi ayuda.
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