Llegamos hasta el foro de uno de los programas más importantes de ambos reinos, Lisburn y Newry. Entramos al estudio entre aplausos y gritos ensordecedores, pero en cuanto se percataron de nuestra presencia todo se quedó en un silencio, que a mí me resultaba incómodo.
Nos
presentaron ante el público y ante los televidentes, que probablemente en Newry
estarían escondidos ya que estaba prohibida la televisión en nuestro país, pero
era sabido por todos que había sitios clandestinos donde la veían.
—Buenas
noches Newry, buenas noches Lisburn—inició Aivan con su discurso.
Se
veía tan imponente en el escenario, mientras todos lo observaban, mientras yo
me sentía pequeña en aquel lugar, nunca me había gustado estar ante el público,
ese era uno de mis más grandes temores y se había hecho realidad, sin embargo
tenía a Aivan para apoyarme.
Continuó
hablando mientras yo trataba de distraerme revisando alguna cara familiar entre
el público, esperaba que Cassy estuviera aquí para vernos, para festejar con
nosotros el compromiso—la veré en una semana, princesa—recordé decir a mi
amiga. Había cometido una tontería al aceptar la propuesta de Huge, pero ese
error no lo volvería a cometer.
—Hemos
venido a darles un aviso muy importante—continuó Aivan.
Cada
palabra que salía de él me ponía más nerviosa. Probablemente jamás en mi vida
estaría tan intranquila, sabía lo que venía, sabía perfectamente lo que haría
pero yo estaba bloqueada mientras mi prometido guardaba su miedo y no lo
mostraba.
—Princesa
Jinohra—musitó hincado frente a mí mientras extendía una caja con una sortija
dentro— eres una persona maravillosa, una de las mejores personas que he
conocido en mi vida—continuó y me llevé instintivamente las manos al pecho,
mientras una de ellas se desplaza lentamente para cubrirme la boca—eres la
mejor chica que cualquier hombre podría tener y yo sería un tonto si te dejo ir
de nuevo.
Me
dio el anillo y me quedé admirándolo, tenía una hermosa esmeralda adherida en
la cima y alrededor tenía simples diamantes pequeños, todo el aro era de color
plata, brillando ante las luces de los reflectores.
—Jin,
¿te casarías conmigo? —interrogó mientras yo me bañaba en lágrimas de
felicidad.
Mi
hombre perfecto estaba frente a mí, estaba pidiéndome matrimonio ante todas las
personas de ambos reinos.
—Aivan,
sabes que sí, y aún si me lo pidieras dentro de mucho tiempo siempre sería
sí—fue lo único que logré articular con un hilo de voz que aún era audible, al
menos para él lo era.
Enseguida
me abalancé sobre mi prometido para darle un abrazo de alegría, después de
todas las cosas que pasamos, después de tantos problemas y peleas por fin
habíamos caído en la cuenta de que nos amábamos, de que nos necesitábamos
mutuamente.
Salimos
del foro tomados de la mano, el tiró de mí hacia su cuerpo y recibió mi boca
con la suya. Nos besamos apasionadamente, como si por el simple hecho de parar,
el mundo se acabara.
El
mejor beso del mundo, nuestras respiraciones se volvieron entrecortadas,
amenazando con romper nuestro fantástico momento.
—Gracias—murmuró
apoyando su frente contra la mía—gracias por todo esto—me plantó un fugaz beso
y nos introdujimos juntos al auto.
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