Ya estábamos a solo un día de la competencia Estatal y no había dormido absolutamente ni una hora, aunque juntando los minutos en los que había cabeceado entre hoy y ayer se juntaría tal vez la hora. Pero aun así no era suficiente como para concentrarme en la última revisión de todo, de todo menos de las rutinas.
Caminé por las gradas probando los reflectores
mientras Chelsea revisaba el hielo y Marc se hacía cargo del audio, ¿acaso no
había personal especializado para hacer este tipo de cosas?
La entrenadora hizo presencia en la pista
haciendo que Chelsea hirviera de ira porque ella ya había dejado lista la placa
de hielo y ahora la instructora la había vuelto a marcar con las cuchillas de
sus patines.
—Chicos vengan a la pista por favor—nos llamó la
entrenadora mientras ella se acercaba a la puerta de entrada.
Todos bajamos corriendo como pudimos hasta donde
estaba ella para escuchar la noticia.
—Me parece que Matt no participará en las
Estatales, me acaban de dar la carta rechazando su participación bajo el
pretexto de que él iría como pareja de la participante Verónica Praxon y que él
no había ganado el lugar participando en las competencias locales—sacó la carta
y la pasó entre todos para que la viéramos. En efecto, era lo que aquella carta
decía.
— ¿Entonces ya sólo seremos dos los que
participaremos? —interrogó Chelsea, como si eso no fuese obvio.
—Sí, sólo Verónica con Marc y tú Chelsea con
Max—culminó y Marc me entregó la carta.
—Espero que él lo sepa—murmuró Chelsea—de todas
formas yo le ganaría—apreté las manos en puños y las metí en las bolsas de mi
pantalón para no golpearla.
— ¿Qué sabes tú sobre patinaje?, te la pasas
entre quejas, chismes y cotilleos, ¿acaso te has preguntado qué hay más allá de
una pista de hielo y los reflectores? —espeté mientras caminaba junto a ella.
Chelsea se quedó parada y me detuve frente a ella.
Si iba a hacer las cosas debía comenzar bien desde el inicio.
—Claro que sí y sé lo que es matarse estudiando
Praxon, ¿pero sabes por qué siempre te
he ganado? —Negué en un movimiento—. Porque yo tengo algo que se llaman
“sentimientos” ¿has pensado en lo que pasaría si expresas algo de eso en la
pista? Si te molesté fue para que transmitieras un poco de enojo, algo que
hiciera que los demás se fijaran en ti. Mi intención nunca fue molestarte por
algún fin personal, era para ayudarte pero por lo visto ni el mismísimo Matthew
lo pudo lograr—culminó y continuó con su andar.
—Perdona Chelsea, siempre creí que lo hacías para
fastidiar mi existencia pero veo que estaba equivocada—comencé a jugar con las
puntas de mi cabello mientras me sentía cada vez más ridícula con la
situación—, y gracias por intentarlo, veré que puedo hacer…
—Sonreír, quizá podrías sonreír—me interrumpió—,
perdona, la costumbre—desplegó una radiante sonrisa y se retiró con la maleta
colgada en un hombro.
Caminé de regreso a los casilleros para ir por
mis cosas, necesitaba ocuparme en algo para distraerme y acomodar todas las
ideas que, con el cansancio de hace días que cargaba, me resultaban difíciles
de comprender.
Salí del recinto y tomé el transporte, sabía que
mamá podía pasar por mí pero prefería estar un momento a solas para reflexionar
las cosas. Quizá debería llamar a Matthew para saber cómo estaba con la noticia
y de paso contarle todo lo que me había pasado con Chelsea. Pero también la
opción de tumbarme a dormir en la cama resultaba tentadora aun a plena luz del
día.
Llegué a la parada de mi casa y bajé del camión
para dirigirme al fraccionamiento. Después de todo Matt podría esperar pero mi
cuerpo no.
Me lancé a mi cama y caí rendida.
***
Al siguiente día ya estaba recuperada y con el
ánimo lo más alto que podía estar, necesitaba estar radiante y con una enorme
cantidad de energía para poder hacer la interpretación que me llevaría a unas
olimpiadas o por lo menos a las competencias Nacionales.
Saqué mi celular de un cajón y marqué el número
de Matthew para hablar un rato y preguntarle sobre lo sucedido con las
Estatales. El celular timbró una, dos, tres veces y él no contestó; volví a
llamar y sucedió exactamente lo mismo. Esta vez marqué el número de Shannon
para que fuera ella quien le hablara de mi parte. Me urgía verlo antes de la
competencia.
—Hola Verónica, estoy por llegar al Complejo, te veré ahí—me colgó y yo
intenté marcarle sin éxito alguno.
Intente esta vez con Marc para que fuera él quien
me avisara cómo estaban las cosas por allá.
—Marc, antes de que cuelgues necesito que me
digas si ya llegaron más personas—indagué cuando él me contestó.
— ¿Dónde demonios te has metido?, ya casi
presentan a los participantes—la sangre se me congeló y tardé en reaccionar. Vi
mi reloj y éste marcaba 1:35 PM.
La competencia sería en casi media hora y aun
debía maquillarme, peinarme, guardar el vestuario…
—Te dejo Marc, ya voy en camino—mentí y colgué.
Bajé corriendo en busca del fijador en aerosol y
el gel, necesitaba horquillas y mis listones… ¡¿donde están los listones?! Salí
de regreso a mi habitación para buscar los malditos listones.
Una vez que todo estaba en su lugar me hice el
moño en el chongo perfecto e impecable y salí de mi casa por el auto de mamá.
Ella me lo había prestado por hoy para llegar a tiempo. Lancé la maleta a los
asientos traseros y comencé a manejar. Ya había hecho esto un par de veces,
sólo necesitaba relajarme y todo saldría bien.
El celular sonó y activé el altavoz.
— ¿Bueno? —contesté mientras giraba en una curva
para dar con la calle que llevaba hacia el recinto.
—Verónica Praxon ¿se puede saber por qué no has
llegado? —preguntó Shannon.
—Ya estoy rumbo a la pista Shan, necesito que
entretengas a Marc para que no se enoje conmigo y que le marques a Matt porque
no contesta su teléfono…por favor.
—Está bien pero date prisa—colgó.
Estacioné la camioneta y bajé hecha un desastre.
Las horquillas se estaban saliendo de su lugar y estaba segura de que el rímel
se me había corrido por el sudor. Entré a los casilleros y me volví a arreglar.
—Por favor pedimos a los participantes que acaben
de prepararse porque estamos a diez minutos de comenzar—dijo la voz de un
hombre por el micrófono.
Comencé a ponerme de nuevo el delineador y el
rímel mientras pulía las cuchillas de mis patines. Esperaba que estos patines
que tenían las cuchillas firmes me dieran la confianza suficiente para salir a
la pista y dar lo mejor de mí, y claro, para sonreír un poco y ganar tal y como
me lo había dicho Chelsea.
—En cinco minutos comenzamos con la competencia.
Me quité el abrigo y salí a la pista para
encontrarme con Marc y practicar un poco. Giré para ver a quienes nos apoyaban
y logré ver a mi mamá con una playera estampada con mi nombre. Del otro lado
estaba Shannon y Nick con unas enormes pancartas con el nombre de Marc y el mío
junto a él. Pero buscaba a alguien más, alguien que no se encontraba ahí.
— ¡Verónica, Verónica! —escuché gritar a la voz
de Shannon. Giré mi vista y ella me hizo unas señas para que fuera a verla.
—Perdona Marc, creo que se me está cayendo el
peinado—mentí y salí de la pista.
Corrí hacia los casilleros para ver a Shan.
—Verónica—suspiró Shannon mientras me acercaba ya
sin aliento— te tengo malas noticias.
Me quedé pasmada a medio camino ¿malas noticias
el día de la competencia? Sin duda perdería de nuevo, sólo que un nivel donde
el ridículo sería mayor e inevitable.
— ¿Qué sucede?, no tengo demasiado tiempo para
estar aquí…
—Matthew está en el aeropuerto porque tiene que
ir a ver al comité olímpico porque quieren que él sea el comisionado de los
próximos olímpicos de invierno—me interrumpió con las palabras en la boca.
—No—fue lo único que pude decir mientras las
lágrimas se acumulaban en mis ojos.
¿Cómo podía abandonarme en el día más importante
de mi vida? Caminé con gran lentitud de regreso a la pista. Estaba por comenzar
la competencia pero ya no me importaba, me daría igual si ganaba o perdía ¿qué
caso tenía hacerlo si las personas más importantes para mí no estaban? Sí,
quería demasiado a mi familia y a mis amigos pero Matthew era un caso especial.
Si no fuera por él quizá ni siquiera estaría patinando aquí, fue su estúpida
biografía que pasó en el noticiero lo que me hizo tomar “Patinaje artístico”
como optativa en un verano, pero me enamoré de este deporte y decidí continuar
por mi cuenta.
Llegué y ya todos estaban en una hilera listos
para ser presentados.
— ¿Ya entregaron su pista? —Interrogó un señor
mayor estirando la mano para recibir nuestro CD—. Muchas gracias—dijo
amablemente y se retiró a donde estaba una mujer operando el aparato de sonido.
Patinamos tomados de la mano haciendo reverencias
hacia el público.
—El orden de los participantes es:
1. Desiré Holt y Carlos Sabán.
2. Chelsea Johnson y Max Lurning.
3. Susane Dant y Gregor Keylarsten.
4. Jazzmine Torres y Cristopher O’Hurley.
5. Verónica Praxon y Marco Peters.
6. Nathalie Evans y Thom Braslant.
Penúltimos, no está nada mal. Caminé para
sentarme con Chelsea, Max, Marc y la entrenadora.
—Por favor chicos den todo de sí, no quiero que
se queden esperando a que un milagro suceda para que actúen con
profesionalismo. Los vi en los entrenamientos y déjenme decirles que lo
hicieron bien, las rutinas son originales y casi impecables. Chelsea deberías
tratar de dar las vueltas con más fuerza porque te hacen ver muy pesada en la
pista…Max deberías poner más fuerza en el momento de lanzarla para que a ella
le dé tiempo de aterrizar bien y sin desestabilizarse—ambos asintieron y se
comenzaron a poner de acuerdo.
— ¿Nosotros qué debemos mejorar? —pregunté sin
interés alguno.
—Tu actitud Verónica, sonríe un poco más y
disfruta de tu trabajo…en cuanto a ti Marc te sugiero que no pongas tanta
fuerza en las cargadas porque podríamos tener problemas con tu brazo y tu
pierna.
Ya había pasado la primer pareja y era el turno
de Chelsea.
Las primeras notas de Smooth criminal llenaron el
ambiente y con ésta se alzó una serie de aplausos y gritos en cuanto Michael
Jackson comenzó a cantar. Chelsea poseía una fuerza admirable cada que hacía un
lutz y aquellos saltos triples sobre la punta de los patines. Cuando tocaba la
mano de Max parecía que se unieran; la sincronía era perfecta y hasta ahora no
había notado algún error en toda la rutina.
Si ella ganaba el primer lugar estaría feliz por
eso, por haber perdido ante la patinadora más competente que haya visto en toda
mi vida dentro de este excelente deporte.
Era el momento de que la lanzara por el aire y,
tal y como la entrenadora lo dijo él puso más fuerza para que ella se
estabilizara al caer, sin embargo trastabilló pero seguía sonriendo como si
nada hubiese pasado.
Terminaron por fin y los jueces comenzaron a
anotar sus observaciones junto con las calificaciones:
6.2, 7.0,
5.4, 8.0, 6.7 y 5.7
Ella no puso cara ni de desagrado ni de gusto,
simplemente se limitó a caminar de regreso a su lugar.
—Estuvieron magníficos chicos, no veo la forma en
la que pierdan, ambos son la pareja perfecta.
—Gracias Verónica, esperemos que hagas algo mejor
para que nos superes—comentó Chelsea y se fue de inmediato a los vestidores.
Me quedé sentada admirando la rutina y los
vestuarios de los demás, no había otra pareja que fuera con vestuarios
diferentes como nosotros.
Yo iba con un vestido color rojo con brillantes
de color negro y plata mientras que él iba con un vestuario que simulaba un
traje, hasta con corbata integrada, sus patines los habíamos pintado de negro y
los míos conservaban sus colores rosas y blancos.
—Oye Verónica ¿dónde está Matthew Conors?
—preguntó Marc mientras arreglaba uno de sus patines porque seríamos los
próximos en pasar.
—En el aeropuerto esperando su vuelo para ir a
donde está el comité olímpico reunido—suspiré y decidí poner la cabeza en
alto—. Pero estoy bien si es eso lo que te preocupa, podré hacerlo sin arruinar
las cosas—sonreí de forma natural y me levanté con él para ir directo a la
pista.
—Verónica Praxon y Marco Peters—todo el complejo
se llenó de aplausos, gritos y demás sonidos ensordecedores en cuanto hicimos
acto de presencia sobre la pista.
Y aquí estaba por fin en las competencias
Estatales cumpliendo uno de mis mayores sueños, sin embargo todo esto parecía
falso, quizá porque mi sueño ahora incluía a un Matthew Conors felicitándome
por mi logro y llevándome a cenar después de la competencia.
—Yo puedo, es fácil y lo voy a hacer—me repetí
esto a modo de mantra mientras avanzaba de la mano de Marc para hacerle frente
a todo este espectáculo de ensueño.
La melodía se quedó flotando en el aire. La podía
escuchar. La podía sentir e incluso comprender el sentimiento que embargaba
cada nota musical que la componía.
Seguí con la rutina como si fuese normal para mí
participar en una competencia tan grande como era esta. Olvidé el hecho de que
Matt no estuviera y decidí continuar. Si mi vida iba a seguir su rumbo sin él
era hora de que lo asimilara y no huyera como tanto tiempo vine haciendo.
Llegó el momento dentro de la historia en la que
la chica se debe alejar de él y así sucedió, me alejé hasta el otro extremo de
la pista y lo pude ver. Mathew estaba parado en el umbral de la puerta que llevaba
a la salida de emergencia; fue inevitable desplegar una sonrisa llena de
lágrimas.
Eso sólo se podía significar que había regresado
por mí, que venía ver mi actuación.
Terminé hecha un paño de lágrimas mientras
recogía un par de flores que habían arrojado y algunos peluches de conejos que
estaban regados cerca de mí. Volví a dirigir mi mirada hacia Matt y él sonrió
asintiendo hacia mí.
Fui directo a mi lugar a esperar las
calificaciones, pero no puse atención porque seguía anonadada observando a
Matthew en la puerta, ¿cómo pudo ese hombre ponerme tan emotiva con sólo verlo?
Ya tenía la respuesta, sabía lo que iba a decirle
a Matt después de la competencia. Ganara o perdiera él debía saber si aceptaba
o rechazaba su propuesta.
Pasó la última pareja y las luces se apagaron
para el descanso. Ya después se anunciarían a los ganadores y con esto vendrían
los festejos correspondientes. Yo no esperaba ya el momento en el que dijeran
esos nombres, sólo esperaba el momento de ver a Matthew Conors frente a mí
escuchando todas las cosas que tenía y que quería decirle.
Y mejor aun, verlo para poder estar segura de que no todo fue un sueño y
que realmente estaba ahí conmigo porque me seguía amando.
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