Pasaron meses para que Dariel y Nahyra pudieran volver a hablar, no porque no quisieran. Porque de ser así nunca se habrían peleado en primer lugar. Todo fue porque después de que ella se fuera del palacio su beca fue retirada y tuvo que regresar a su antigua casa y a su antigua escuela.
Todos
la recibieron con los brazos abiertos. Eso era lo positivo de estar con
personas de escasos recursos, porque ellos saben valorar lo poco que tienen.
Se
introdujo a su habitación y sus padres le llevaron la comida hasta su cama
pidiendo perdón por no haber ido a visitarla ni una sola vez cuando tuvo que
mudarse a otro lugar.
—Lo
siento mucho hija, pero es que estabas con tu novio y no creía oportuno llevar
a tu padre hasta tu casa sólo para encontrarnos con la sorpresa de que él vivía
contigo.
—Mamá,
él no es mi novio ni vivía conmigo. Deja de sacar conclusiones
precipitadas—exclamó Nay haciendo sentir incómoda a su madre.
—
¿Acaso terminaron? —su madre trataba de ser comprensiva, pero por más que se lo
explicara o lo entendería porque ella sólo quería verla feliz de nuevo.
—Algo
así ma, ahora no estoy de humor ¿podrías dejarme a solas por un momento?
—Por
supuesto—se llevó la charola plástica con todos los alimentos.
Nahyra
llevaba mucho tiempo sin comer algo,
sólo lo que le daban como almuerzo en el desayunador de la escuela y por lo que
ella sabía de las demás personas, los alimentos no eran muy buenos que digamos.
Realmente
toda la familia Venturi estaba preocupada por su hija y su rompimiento con ese
chico que se veía tan amable y cortés, pero era evidente que eso sucedería por
la diferencia de recursos económicos. No era como si de la nada un joven
millonario se fijaría en una chica pobre
como su hija, esas historias de cenicienta sólo suceden ahí, en las películas y
la televisión.
Así
pasaban los días para Nahyra yendo y viniendo de la escuela. Ya no se
presentaba al conservatorio de música e incluso sus canciones eran más
melancólicas que de costumbre, porque antes su melancolía no era real, ahora
todo lo podía transmitir de esa forma.
Para
Dariel las cosas no iban mejor, él intentó romper su compromiso con Katherine y
por eso se ganó un gran castigo y también el adelanto de la boda que en lugar
de ser dentro de medio año se había dicho que sería en un par de semanas.
Escapar
no había sido una opción viable por aquel incidente de la rama, pero por lo
menos era lo último que podría intentar para huir de su desafortunado destino.
Él quería estar con Venturi aunque ella no lo quisiera ver, pero la feria
gastronómica quizás fuera la mejor opción para poder generar un encuentro con
ella.
Nahyra
recibió la invitación para ir al palacio con su familia y disfrutar de los
diferentes platillos internacionales que se servirían. Aunque a ella no le
causaba mucho entusiasmo el regresar ahí, debía admitir que a sus padres les
había regresado la alegría en cuanto vieron el sobre del palacio.
«Querida familia perteneciente al
territorio de Kouba, se le hace una cordial invitación para asistir a la feria
internacional gastronómica de la cual seremos sede. Se servirán platillos de
todos los países invitados y el cupo y consumo son ilimitados.
Adjunto a este sobre se encuentra el
itinerario, gracias por su tiempo
Atentamente
La familia real de Kouba.»
Nahyra
rompió el sobre y entonces cayó la hoja gruesa marcada con el horario.
El
papel de esta tarjeta era demasiado fino como para dejarlo tirado sobre el
suelo, es más, lucía lo suficientemente hermoso como para ponerlo detrás de la
vitrina y todo estaba adjunto con la invitación.
De
hecho todo había sido tan formal que sólo faltaba que enviaran a su casa un
paquete con un traje para su papá y dos vestidos para ella y su madre.
—Deja
de admirar la carta Nahyra, dame el itinerario—exclamó su madre y ella se lo
pasó:
Todos se asomaron a ver el
reluciente papel satinado y entonces su mamá estalló en gritos de emoción.
—Por fin el rey ha pensado
en todos nosotros—exclamó aquella feliz señora que no paraba de dar saltos de
emoción y gritos alrededor de toda su casa.
Nahyra no quería estar en
ese evento porque seguramente iría más de la mitad de toda la población cercana
al palacio, además, estaba el hecho de que seguramente tendría que ver a sus
antiguos amigos del Special Art College incluyendo al príncipe Cosustta.
Muy a su pesar su familia
ya estaba haciendo los preparativos para el día del evento aunque aun faltara
un poco menos de la semana, además de que la tomaban en tiempo de vacaciones
también habían vacaciones para los empleados en ese día.
Todo en el palacio estaba
preparado. Dariel tenía su propio itinerario de eventos en los que sobresaltaba
con un marca textos la “hora de la verdad” ubicada exactamente después de su
presentación como parte del talento del Special Art College.
Sería el momento en el que
le anunciara a todo el pueblo de Kouba que renunciaba a la corona por el amor
de una plebeya, si ese era el único método para que su padre lo dejara estar
con Nahyra Venturi lo haría y al mismo tiempo esperaba que sus padre hubieran
recibido el itinerario correcto porque no todos recibieron el que terminaba a
la una de la madrugada. Él quería que su familia estuviera ahí para pedir la
mano de su hija cuando estuvieran en auge los fuegos artificiales.
La espera estaba matando a
ambos. El día decisivo se acercaba hasta que por fin quedaba un día más para
volverse a encontrar.
—Antoni, necesito que me
hagas un nuevo favor—llamó Dariel en su tiempo libre dentro del colegio.
—Dime Dariel ¿ahora qué
necesitas?
—Que dejes a Venturi en
paz, quiero pedirla en matrimonio, te ruego que la dejes—imploró esperando la
compasión de su amigo.
—Lo siento, yo la amo y
estoy seguro de que el sentimiento es mutuo, además, tú estás comprometido con
Kate—él había comenzado a ver a la verdadera Nahyra el día que la vio enfundada
en ese hermoso vestido dentro del palacio de su amigo o más bien de su rival.
—Antoni no lo hagas, voy a
renunciar al trono por ella—eso era lo último que podía decir porque sabía que
si él se lo proponía, conseguiría quedarse con Nay.
—Te dejaré el día del
evento, pero eso no va a evitar que esté en la feria—le hizo un guiño en símbolo
de reto y la pelea comenzó.
Dariel estaba determinado a
recuperar a Nahyra costara lo que costara, así tuviera que renunciar a todo su
dinero y mudarse con ella y sus padres lo haría, todo por estar a su lado. Sólo
faltaba que ella pensara de la misma forma en la que él lo hacía.
Y nada estaba más alejado
de la realidad porque Nay estaba seleccionando el peor vestido de los tres que
poseía en su armario.
Había uno rosa y esponjado,
otro azul entallado y provocador y un tercero en tonos verdes, uno normal que
no llamaría jamás la atención. Su madre le recogió el cabello en un chongo con
un hermoso tocado de flores amarillas e incluso su padre le compró las
zapatillas doradas que habían visto la última vez que fueron a pasear al centro
de la ciudad.
—Date prisa Nay porque se
hace tarde—llamó su padre mientras llamaba por teléfono a un taxi.
—Enseguida voy—se retocó el
lápiz labial y lo guardó en su pequeño bolso.
El viaje fue demasiado
incómodo porque no paraban de hablar sobre la familia real y la futura boda del
príncipe con la princesa Katherine de Farstenburg, era la noticia del momento y
por lo tanto no había forma alguna de evitar el tema.
El único pensamiento
egoísta que estaba en la mente de Nahyra era un “yo le di su primer beso” y eso
aligeraba un poco la noticia. Sólo que le hubiera gustado estar consciente en
el momento en el que todo sucedió.
Lo que a ella le interesaba
era ver a una cara conocida ahí dentro para no tener que ir con los alumnos del
SAC.
—Apellido—preguntó un
hombre de aspecto malvado cuando ellos se estacionaron enfrente de las puertas
del palacio.
—Venturi.
—Den vuelta a la derecha y
ahí está su estacionamiento.
A Nahyra le parecía en
extremo exagerado, estaba bien que invitaran a todo Kouba, ¿pero reservar un
lugar para cada familia?, eso era presumir sus alcances económicos al resto de
la población y alardear sobre el asunto de su posición social.
Se fueron directo al
estacionamiento y entonces se decidieron por entrar al evento. Ahí dentro
estaban varias personas yendo y viniendo de todas partes para recibir a los
invitados.
Ahí dentro Nahyra pudo
reconocer a la mujer de la servidumbre que la había presentado como Katherine
la princesa, obviamente debía evitarla si quería seguir ahí dentro.
Continuó observando cada
rincón del palacio que no había observado cuando estuvo ahí por última vez
hasta que sus ojos se encontraron con los de Antoni, quien sólo logró sonreírle
y siguió charlando animadamente con sus amigos del colegio.
— ¿Apellido? —preguntó una
mujer regordeta.
—Ve…Venturi—respondió
nerviosa.
—Pasa, pasa por aquí te he
estado buscando—y la llevó a empujones hacia uno de los cuartos del palacio—.
Vamos señorita, póngase ese vestido.
Nay no tuvo otra opción mas
que introducirse al baño y obedecer a la mujer. El vestido era el mismo que
había usado en su última noche dentro del palacio y de igual forma los zapatos,
el maquillaje sobre la mesita…todo, absolutamente todo estaba idéntico a la
última vez que puso un pie en ese palacio.
Dariel lo había recordado
todo, cómo no iba a recordar el brillo labial que le había traído tantos
problemas o el vestido que le había dado a Nay para sustituir su disfraz de
vagabunda. Cada detalle de ese día estaba guardado como una fotografía dentro
de su mente. Quería verla exactamente igual para que todo fuera idéntico
obviamente omitiendo la parte en la que le confesaba su plan con Antoni.
Estaba esperando fuera de
la habitación cuando por fin ella salió y entonces él la abrazó sin dejarla
reaccionar. Estaba más que feliz de que todo lo ´planeado no hubiera sido en
vano, si lo hacía por ella lo terminaría todo así tuviera que perderlo todo.
—Ya basta príncipe, usted
está comprometido—lo hizo a un lado de un empujón y ella caminó hacia afuera
con calma, no quería que él viera cuánto le afectaba el volver a verlo.
—Nahyra por favor basta,
sólo te pido que te quedes al evento y que por nada del mundo le digas si a
Antoni, prométeme que no dirás si nunca a Antoni y te dejaré de molestar hoy.
—Te lo prometo, pero yo
tengo…debo ir con mis padres.
— ¿Ellos han venido?
—Debiste verlos, estaban
emocionados por el evento de hoy, gracias Dariel, los has alegrado…ok, se que
la idea de invitarnos fue tu idea—confesó.
Por fin ellos pudieron
cruzar palabra sin que el pasado los interrumpiera, por un pequeño momento sólo
eran ellos dos y nadie más importaba en su pequeña y personal burbuja de
cristal.
—Si te casas con ella se
enterará de que ya diste tu primer beso—susurró Nahyra antes de ir de regreso
con sus padres.
Dariel comenzó a planear
una venganza en caso de que el plan fallara y entonces ese chisme fuera a parar
a los oídos de Katherine o de su padre, lo habían vigilado las veinticuatro
horas como para que el ya hubiera dado su primer beso y nadie se hubiera
enterado.
La fiesta dio inicio con la
presentación de todas las familias invitadas, entre las cuales relució el
apellido Venturi porque incluso los alumnos del Special Art College que estaban
ahí comenzaron a aplaudirle en cuanto los llevaron a su mesa,
La comida estuvo deliciosa,
en su mesa sirvieron comida de Centroamérica, en su mayoría platillos mexicanos
donde destacaban los tacos dorados de pollo y de papa con salsa y crema encima,
enchiladas, mole, todos los platillos eran tan coloridos y suculentos que ella
olvidó sus modales y se puso a comer hasta que Dariel pasó cerca y le dio un
pequeño golpe en la cabeza para que se comportara.
Si el rey la veía comer de
esa forma tan poco convencional seguramente jamás apoyaría su decisión, con que
ella supiera comportarse como una dama bastaba.
Las horas pasaron y la
mayoría de los invitados comenzaron a retirarse después de la comida. Según el
programa aún faltaba el concierto baile, el concurso de música en el que Nahyra
a se había inscrito sin importar que el príncipe, Antoni, Katherine e incluso
dos de sus amigas de su misma escuela lo hubieran hecho también.
Cuando el palacio quedó
semi vacío llegó la hora decisiva de actuar para Dariel y las horas más
confusas para la familia Venturi.
—Señorita Nahyra
Venturi—dijo un hombre que estaba sobre el escenario—Nahyra Venturi, se
necesita su presencia en el ala norte del palacio.
Los padres de Nay no
dejaron de animarla a levantarse hasta que todas las miradas estuvieron sobre
ellos y entonces Nahyra se vio obligada a asistir. Cuando caminaba por los
pasillos todos la saludaban con una enorme sonrisa y ella les respondía con una
inclinación.
— ¡Becka! —gritó Nahyra en
cuanto vio a su compañera de trabajo y amiga parada enfrente de las puertas.
—Nay, aquí te espera una
gran sorpresa—fue lo único que dijo y entonces se abrieron las puertas de esa
habitación.
No podía ser mejor, todos
los objetos que habían sido comprados en la tienda de la biblioteca estaban ahí
dentro con un enorme sobre del tamaño de Nahyra. Ella no dudó en abrirlo y leer
su contenido.
«Todos estos artículos y esta biblioteca son propiedad de los niños de
Kouba»
Eso era todo lo que
contenía la carta, pero esas palabras hicieron que ella soltara unas lágrimas
arruinando por completo la apariencia fuerte que había estado llevando en todo el
evento.
—Eres un idiota
Dariel—murmuró Nahyra al tiempo que comenzaba a sonreír de pura y genuina
alegría—, me has engañado nuevamente.
—Esa no era mi intención—y
el príncipe hizo su gloriosa entrada—. Pero no hablemos de eso, necesito que
salgas conmigo en…un minuto exactamente.
— ¿Por qué en un minuto?
—No hay tiempo, vamos.
Dariel estaba concentrado y
lleno de determinación e n lo que haría, le daría a Nay su primer baile y la
noticia estaría más que clara, se suponía que ese baile estaba reservado para
realizarse con su prometida. De verdad esperaba que su padre comprendiera el
mensaje.
—Dariel, deberías bailar
con Kat…
—Nada, yo quiero bailar
contigo y así lo haré.
Y así pasaron la noche,
bailando y bailando hasta que por fin dio inicio el concurso de música y todos
corrieron escenario arriba.
Ahí arriba estaba el
problema del plan, debería anunciar ante todos que abandonaría la corona para
casarse con una plebeya, el rey, los padres de Nahyra, Antoni, Kate…casi media
población de Kouba escucharía la noticia.
Pasaron los participantes y
al final Nay pasó con micrófono en mano para interpretar la canción “La vie in
rose” en piano, como era de esperarse. Fue evidente quien ganó aunque no había
pasado ni la mitad de la canción, pero ella ya tenía al público en la palma de
la mano.
—Creo que sabemos quién es
la ganadora, el premio por favor—exigió Dariel y entonces un hombre alto pasó
con un cojín sobre el cuál reposaba una cajita amarilla que le fue entregada a
la ganadora, a Nahyra Venturi.
Todos se quedaron
anonadados esperando a que ella abriera la cajita, pero entonces Dariel la
detuvo.
—Antes de que ella termine
necesito hacer un anuncio a todo el pueblo de Kouba…hoy…hoy se quedan sin
príncipe y lo siento mucho. He de renunciar a la corona si quiero ser feliz al
lado de la persona que amo—los murmullos comenzaron en todo el salón—, y me
temo que deberé tomar esta medida, Nahyra, abre esa caja.
Las manos le temblaban y la
vista se le nublaba con las lágrimas que pedían salir a gritos, Cuando por fin
recuperó la fuerza, abrió la caja y tres piedritas comenzaron a parpadear y
destellar bajo las luces del salón. Un anillo, el premio era un anillo de oro
blanco con una nota musical hecha con tres diamantes.
—Nahyra Venturi,
¿aceptarías ser mi esposa? —un enorme suspiro de sorpresa llenó el silencio que
yacía en ese momento.
—Quiero, quiero vomitar—fue
su única respuesta y huyó en busca del baño.
Nauseas, nauseas, nauseas,
de todas las cosas que lo pudieron haber pasado, debían ser nauseas y tenía que
admitirlo en público. Encontró el sanitario para damas y se introdujo de
inmediato para expulsar la deliciosa comida mexicana que había ingerido. Todo
un desperdicio.
Una vez que se tranquilizó
comenzó a llorar porque ahora todo tenía sentido, él había planeado toda la
feria por ella, porque quería llegar hasta ese punto y lo peor de todo era que
lo había logrado porque él realmente la conocía. Si no fuera así cómo se
explicaba entonces que su plan funcionara.
La risa histérica de
nervios comenzó a salir y entonces corrió de regreso al salón para dar su
respuesta sin importar lo que Katherine le hiciera o lo que el rey y sus padres
pensaran, ella debía dar una respuesta antes de que dieran por hecho que ella
lo había dejado solo.
—Yo…no sé qué decir…Ariel,
eres un idiota ¿lo sabes? —volvió a reír y entonces encendió el micrófono—,
Dariel eres un idiota, arrogante y quizá la persona más inocente e infantil que
pueda conocer, pero eres MÍ idiota, infantil e inocente príncipe…bueno, ahora
supongo que sólo eres un chico más pero sí, con gusto me casaría contigo…en un
par de años claro, somos jóvenes y no me urge un compromiso por el momento.
Todos rieron y disfrutaron
de los fuegos artificiales mientras Dariel y Nahyra trataban de actuar normales
ante esa situación.
—Sé que quieres
besarme—murmuró Nahyra en un momento de distracción del príncipe.
—Claro que no, yo no lo
haré esta…—no pudo terminar su frase porque Nay tomó ventaja y le plantó u
beso. Después de todo se lo debía por aquella ocasión con la fiebre. Era su forma
de pago por todas las dificultades que le hizo pasar.
—Te amo—murmuraron al
unísono y entrelazaron sus dedos tomados de las manos.
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