Por fin había terminado el suplicio de la danza y había comenzado el otro con las maquillistas del palacio. Habían probado cada tono de sombras sobre sus párpados y cada estúpido barniz con o sin aroma para sus uñas; así como las cremas corporales que quedaran con el vestido.
Odiaba
todo eso, no, no lo odiaba. Lo aborrecía. Además de que debía cambiarse de ropa
cada vez que lo ordenaran o tener que caminar en unos enormes tacones que
serían la pesadilla de cualquier adolescente o quizás el sueño de muchas otras.
No era como si su vida dependiera de ello, pero el rey si por lo que
prácticamente sí, su vida sí dependía de esa reunión.
Le
había tomado toda una semana aprender a andar por su casa en tacones de no más
de ocho centímetros, pero entonces de la noche a la mañana se les ocurre
montarla en unos de casi quince.
Tuvo
que esforzarse otra semana más para por fin estar lista porque el día había
llegado, estaban a sólo unas horas de dar inicio al evento y ella aun no tenía
un look definido.
—Te
cortaremos el cabello—declaró la estilista mientras abría y cerraba las
tijeras.
—Mi
cabello se queda como está.
—Muy
bien, entonces te lo recogeré en un chongo sencillo con un par de perlitas
alrededor.
—Haz
lo que quieras solo no lo tiñas ni lo recortes—ordenó Nay y se quedó pensando
sobre el sillón esponjoso.
Las
maquillistas comenzaron a dar de vueltas por todas partes con sus estuches de
maquillaje y demás productos de belleza.
Otras
personas llevaban joyeros y otras cajas con los zapatos.
—Dejaremos
que esto tome forma, mientras ve con las maquillistas.
Nay
fue trasladada a otro salón donde ya se habían instalado mujeres jóvenes y
algunas un poco más grandes todas con sus respectivas brochas, pinturas
barnices…todo lo necesario para un cambio de imagen.
Tuvo
que sentarse en medio del salón para que ellas pusieran manos a la obra y así
la cubrieran de maquillaje. Cada segmento de piel quedaría cubierto por una
crema de duraznos con almendra, con loción de alguna marca francesa cuya
pronunciación parecía imposible, sólo se veían unas iniciales “YSL” decía el
frasquito.
Polvo
salía por todas partes y sus párpados quedaron cubiertos de sombras naturales
en tonos melocotón y café claro, casi llegando al color de su piel.
Los
labios los dejaron como estaban, sólo aplicaron una capa de gloss para dar
brillo y volumen y un poco de delineador para resaltarlos.
Las
uñas fue lo complicado porque les hicieron un efecto difuminado que iba del
blanco en la cutícula hasta el anaranjado en la punta, se veían espectaculares
con la manicura perfecta que le realizaron.
El
vestido era magnífico. Por fin se decidieron por un vestido con tonos otoñales.
Eran capas y capas de tela que lo hacían esponjarse como un globo pero sin
perder esa figura femenina de la delicada Nahyra, que al menos en ese vestido
lucía delicada.
Su
piel no se veía pálida y sus rasgos que quizás eran algo toscos se habían
refinado y la hacían ver como una muñequita de porcelana, de esas que
encuentras detrás de la vitrina de una tienda de antigüedades.
—
Listo señorita Venturi, el príncipe Dariel se ha adelantado a su clase para
presentar la canción que realizarían para su colegio. Todos los encargados del
servicio le deseamos éxito en esto—la chica sonrió y se llevó a Nahyra hasta el
lugar donde estaban las limusinas.
Se
fue a gran velocidad pero tuvo que parar en su casa para hacerle una pregunta
importante a Olga que determinaría el curso del evento.
Estaba
decidida a actuar, en caso de que Dariel realmente la había besado no le
quedaría más remedio que alejarse por completo de él porque no era lo que ella
quería, pero si no había sucedido nada tendría que matarlo porque no pudo
dormir bien desde que recibió la noticia.
Entró
a casa y buscó por todos lados a Olga hasta que dio con ella en la pequeña
bodega.
—Olga
necesito saber una cosa muy importante—comentó mientras Olga inspeccionaba con
la mirada su nuevo cambio de imagen.
—Te
vez maravillosa, dejarás al joven con la boca abierta, solo ¡mírate! —corrió
por el espejo de cuerpo completo que estaba en la sala y fue hasta donde estaba
Nay.
Era
cierto, ella se veía realmente hermosa, incluso no se hubiera reconocido de no
ser porque ella era la única persona frente a ese espejo. Sus manos delicadas,
sus gestos refinados, incluso su aspecto era diferente con ese peinado.
Pero
eso no significaba que debiera detener su pregunta. Ella llegó a casa con el
objetivo de hacerlo y lo haría, aun si perdía la confianza de Olga o quizá la
perdía a ella por completo, debía despejar su duda.
—Olga
júrame que me dirás la verdad.
—Claro
señorita, lo que usted desee—hizo su promesa asustada, no sabía ni qué pasaría
pero ella veía esa angustia en los ojos de Nahyra.
—
¿Dariel…él me besó? —titubeó al hacer la pregunta.
—
Es eso, niña creí que era algo más importante. Pero la respuesta es sí, te besó
pero porque tu lo obligaste a hacerlo. Le dijiste que lo dejarías ir sólo si te
besaba y bueno él lo hizo, era lógico que lo hiciera porque él quería salir.
—Es
un idiota—alzó su vestido y corrió hacia la limusina.
No,
no era justo que ella estuviera llorando y estropeando las horas de trabajo que
tardaron las maquillistas en ponerla hermosa, mientras que él estaba
practicando felizmente la interpretación que harían ambos.
Se
detuvieron cuando el semáforo indicó el rojo y entonces ella arrojó las
zapatillas fuera de la limusina y después ella saltó par huir. No necesitaba
esa presentación, incluso no necesitaba del colegio de arte. Así la expulsaran
o la reprobaran, por nada del mundo regresaría.
Corrió
por las calles hasta el parque y entonces se puso las zapatillas. El maquillaje
había quedado arruinado y el vestido tuvo un destino similar. Se introdujo a
donde comenzaba el área de los árboles más frondosos cerca del río que ahí
crecía.
Se
acercó hasta la orilla del riachuelo e introdujo sus pies descalzos para
lavarse la sangre de las cortadas que causó su escape y de paso para pode
relajarse mientras se tendía en el pasto. Seguramente sus padres se
preocuparían porque ella no estaría en el elegante evento del rey, o tal vez su
majestad la vetaba de por vida en el palacio por no cumplir con su palabra.
Y
bueno, el odio de Dariel sería un extra además de que ya no vería a Antoni a
menos que fuera a visitarla a su trabajo en la biblioteca. La biblioteca, había
pedido el día libre y ¿para qué?, para perder el tiempo huyendo de su realidad.
Se
levantó y dejó que sus pies se secaran con el viento que soplaba. Comenzó a
desmenuzar la falda del vestido hasta que se quedó con sólo una capa de
tela el forro, mientras que en el suelo
yacían los incontables metros del tul que componían la falda.
Pensó
en detener toda la locura que corría por sus venas y regresar al evento, pero
eso significaría que aceptaría todo lo ocurrido a tal grado de no darle
importancia a su primer beso.
Se
puso de pie, se calzó las enormes zapatillas y caminó sin rumbo fijo por la
orilla del río mientras recogía algunas cosas que se encontraba en el camino,
como moras o jitomates, algo que la alimentara un poco para continuar con su
caminata.
—Se
que hago mal pero ya que, Katherine seguramente cumplirá el papel a la
perfección, después de todo ella es una actriz—murmuró mientras estaba sola y
se detuvo en una enorme pendiente que llevaba a otra colonia desconocida.
Subió
por ella y escuchó la música, tanto caminar la había llevado hasta el sitio de
donde huía. Aceptó su condición y entró a la plaza donde estaban todos
amontonados.
Se
escuchaba un murmullo de todas las personas preguntando por el príncipe Dariel
Cosustta porque no se había presentado. Eso era verdad, el príncipe no estaba
en el escenario porque había regresado al palacio por Nahyra. Pero ella no
estaba.
—
¿Alguien sabe a dónde fue Nay? —gritó a la servidumbre y todos negaron.
—Majestad,
ella escapó en una señal de alto, no sé cómo sucedió que salió de la limusina
si yo mismo me encargué de poner los seguros—entró el chofer y cayó el suelo de
manera dramática.
—Llévame
hasta ella, te lo ordeno.
Estuvieron
en el semáforo en menos de cinco minutos y entonces Dariel salió del vehículo y
fue gritando el nombre de “Nahyra Venturi” mientras se alejaba un poco más
dentro del parque.
Caminó
y caminó por mucho tiempo hasta que se cansó y tuvo que regresar a la limusina.
Seguramente Antoni y Kate estaban ocupados dando el concierto. Incluso le pidió
ayuda a Antoni para que ambos buscaran a Nay pero él se negó bajo el pretexto
de que él se quedaría a suplirlo en la presentación.
Regresó
al palacio para poder cambiarse el uniforme de gala del SAC y ponerse el traje
de gala confeccionado para sa ocasión especial. Sólo esperaba que Nahyra
regresara al palacio y así cumplir la promesa que había hecho con su padre y no
sólo eso, quería bailar con ella y dejarla tocar el piano Fazioli que había
mandado a comprar a Italia.
Miró
con añoro el piano y se sentó en el banco para tocarlo, peo se detuvo. Se
suponía que Nahyra sería quien estrenara ese piano y él estaba pensando en
hacerlo porque algo le decía que ella no llegaría.
—
¡Abran las puertas y que entren sus majestades! —indicó el rey a los guardias
del palacio.
— ¡Alto!
—gritó el príncipe y detuvo a todos.
Caminó
escaleras arriba hasta alcanzar a su padre y luego le dijo al oído:
—La
señorita Venturi no está aquí, nadie sabe nada sobre su paradero.
—De
todas formas ha hecho un trato con la familia real, si ella no lo cumple lo
único que puedo hacer es sacarla del colegio retirándole la beca—saludó a los
monarcas y demás reyes y reinas que pasaron directo al salón.
Dariel
imitó a su padre y sonrió amablemente, se inclinaba frente a los reyes y reinas
y les daba un beso en la mano a las princesas que desfilaban con aquellos
ostentosos vestidos.
Él
ya se podía imaginar a Nahyra enfundada en uno de esos vestidos, un verde o
quizás un azul, algún tono que resaltara su piel y su hermoso cabello así como
un hermoso peinado que la hiciera lucir más alta que lo normal.
Pero
se quedó como una ilusión porque ella no llegaba aunque ya había pasado más de
la mitad del evento. Pero ese no era problema alguno porque podrían fingir que
estaba enferma, el verdadero problema estaba en que ella perdería la beca y
tendría que regresar a su casa para seguir estudiando en una escuela normal.
El
príncipe tuvo que disculparse por “un dolor de estómago” a la hora de la cena
para poder ir a su recámara y marcarle a la sirvienta de Nahyra y enterarse del
paradero de Venturi.
Marcó
pero lo mandaban directo a la contestadora, eso le sucedió cuatro veces hasta
que por fin decidió dejar todo como estaba y huir por la rama del árbol que
daba a su balcón, así quizá nadie sospecharía y podría actuar.
Resbaló
desde lo alto y su grito de cuando impactó con el suelo fue audible en todos
los lugares del palacio. De inmediato una escolta de los guardias fue en su
ayuda y lo regresaron a su habitación para que se mejorara.
Así
fue como Dariel tuvo que soportar la ausencia de Nahyra Venturi mientras que
ella era feliz en las calles de Kouba, en las calles que ella no conocía, era
como una turista más en su propia nación.
De
vez en cuando las personas se quedaban observándola detenidamente por su
atuendo tan desalineado o por su maquillaje corrido, pero ya no le importaba
porque no se encontraba entre esas personas tan escandalosas y ricas que de
inmediato se pondrían a juzgar.
Fue
hacia la plaza pública del pueblo donde se encontraba y halló un piano clavado
justo en medio y era abierto a todo el público. Estuvo a punto de llorar de
felicidad pero se contuvo. Prefirió correr y alcanzar el piano para poder tocar
y cantar algo creado por ella, necesitaba desahogarse en ese instrumento. Y no
importaba que estuviera en público, seguramente nadie le prestaría atención a
una loca amante de la música.
Y
la melodía empezó con unas notas suaves para ir subiendo poco a poco hasta
estallar mostrando las miles de emociones que Nahyra había estado guardando
para no parecerles una molestia a las personas que la acompañaron en los buenos
ratos que pasó.
Una
mano que se posó fuertemente sobre el piano interrumpió su canción y la hizo
sobresaltar.
—Nay,
¿qué estás haciendo aquí?, se suponía que debías estar en el evento de los Cosustta.
Vamos, te llevaré hacia allá—Antoni cogió de la mano a Nahyra y la arrastró por
la multitud que se había juntado alrededor del piano sólo para escuchar su
grandiosa interpretación.
—No Antoni, yo sólo no quiero estar con Dariel
en este momento—explicó mientras trataba de detenerse con los enormes tacones.
—No
te lo estoy preguntando, dije que te llevaría,
Así
se fueron todo el camino hasta llegar a la casa de Antoni para ir por su
automóvil y así poder llegar al palacio donde seguramente la estaban esperando.
El
camino fue detestable porque nadie hablaba. Antoni se limitaba a poner toda la
concentración que le quedaba en el camino mientras que Nay hacía pucheros
frente al retrovisor esperando a que él captara el mensaje de odio.
—Hemos
llegado—Nay trató de abrir el auto pero éste tenía los seguros puestos y ella
fue incapaz de quitarlos a tiempo para volver a escapar—. ¿Por qué estás tan
empeñada en escapar de él?
—Sí,
él ha robado mi primer beso y ni siquiera me ama, lo hizo por obligación—Antoni
se detuvo de golpe para reír libremente sin que alguien lo molestara por ese
hecho—. ¡No es gracioso!
—Claro
que lo es, porque él es un idiota
—En
eso estoy de acuerdo contigo Antoni, pero de verdad no te burles de mí.
—Es
que eres igual de torpe que él, no te has dado cuenta…te dejo—se dio la media
vuelta y regresó a su automóvil.
—
¡Venturi, Venturi! —se escuchaban los gritos desde una de las ventanas abiertas
y ella no tuvo más remedio que regresar al castillo a pesar de sus fuertes
intentos por escapar.
Dariel
era quien la estaba llamando con esa desesperación.
—Ve
por la puerta de atrás, yo te recibiré.
Dariel
bajó apresurado para abrir la puerta de donde salía el personal de servicio del
palacio, y entonces Nahyra apareció con el vestido desgarrado y con las
zapatillas batidas de lodo.
Nada
encajaba en la cabeza de Dariel. Probablemente todo eso era la evidencia de un
secuestro o de una persecución a mano armada de la que Nay había sido víctima.
La
recibió con los brazos abiertos y la llevó hacia su habitación para que no la
vieran en ese estado de pordiosera. Estaba más que claro que ella no tenía
mucho dinero, pero no era como para andar a esas horas de la noche y con esas
fachas. Aun peor era tener el descaro de presentarse en el exclusivo evento con
esas vestimentas.
—Me
tenías preocupado, ¿dónde se supone que estabas? —reclamó Dariel con una
actitud de mamá enojada en todo su semblante, hasta en la típica posición de
manos sobre la cadera y dedo acusador apuntando a la culpable.
—Bueno
ya cálmate porque estoy aquí y además, si tan preocupado estabas debiste
buscarme.
—Claro
que te busqué.
—Pues
yo no te vi corriendo o gritando mi nombre.
—Lo
intenté pero caí de esa rama—Nahyra no pudo suprimir su carcajada burlesca y
tuvo que cogerse el estómago por el dolor.
—No
puedo creerlo—estaba llorando de tanta risa—, caíste de una rama—el ataque de
risa volvió y por fin Dariel se relajó. —. Gracias de todas formas.
—Bien
dicen que la intención es lo que cuenta…y hablando de eso quiero pedirte perdón
por lo del beso.
Nahyra
se enderezó y adquirió un semblante más serio de lo normal, parecía una mujer
gigante que en cuanto decidiera podría aplastar al chico que tenía enfrente de
un solo movimiento.
—Deja
de jugar conmigo princesa Ariel y dime, ¿de verdad lamentas el beso?
—Creo
que abajo hay una fiesta esperando…
—Me
importa muy poco tu apestoso evento ¡responde!
—No
lo sé, ese fue mi primer beso también y se lo he dado a una enferma ¿crees que
eso será fácil de superar? Y ha sido a una enferma loca que no estaba en sus
sentidos. Por amor de Dios Venturi ¡rogabas por un beso!, no me dejaste otra
opción—el príncipe comenzó a dar vueltas en la habitación como si ahí se
encontrara la respuesta a todas sus dudas.
—No
te pregunté por cómo fueron las cosas, he dicho que si lamentas haberme
besado—ella estaba nerviosa por haber soltado la pregunta de una forma atrevida
y lo más extraño era que la situación no iba para nada como ella se la
imaginaba.
En
su mente Dariel le respondía que sí porque él estaba enamorado de ella y entonces
quizá por fin podría decirle que sentía lo mismo aunque no fuera cierto. Pero
estaba segura de que ese sentimiento que le embargó en cuanto vio a Dariel con
los niños no era genuino respeto ni siquiera un sentimiento de bondad o
compasión pero si estaba a su lado seguramente podría averiguarlo sin salir
herida en el intento.
—Claro
que no, no me arrepiento de haberte dado mi primer beso ni de haberte robado el
tuyo, me arrepiento del hecho de que soy el único que ha estado preocupado por
eso a tal grado de no poder verte a los ojos…
—Perdóname
por estar delirando en ese día, pero que bueno, porque de otra forma no hubiera
tenido el coraje como para decirlo—murmuró y se sonrojó levemente.
—Entonces
que no te sorprenda el día que llegue ebrio a tu casa para pedirte que seas mi
novia, porque no encuentro otra forma de tener ese valor—tenía ganas de alzarla
en sus brazos y darle vueltas en el aire pero se contuvo.
El
evento abajo estaba resultando agobiante para el rey porque en ese momento más
de tres reyes querían hablar con él para hacer tratos sobre las tierras
fértiles de Kouba. Necesitaba la ayuda de su hijo y de esa chica que usaría
como distractor de los príncipes y de las princesas.
El
rey se desesperó y fue directo a la habitación del príncipe para obligarlo a
salir y a darles la cara a todas esas personas de la realeza de otros países y
a que se sentara a cenar para perder el tiempo ahí abajo.
—Dariel
Cosustta, baja de una vez por todas…—pero se detuvo en seco en cuanto vio a su
hijo aplicándose una capa de brillo labial mientras se observaba al espejo—.
Dariel nunca creí que tu…yo no debía.
—
¡No es lo que parece!, le estaba mostrando a Venturi cómo hacerlo—excusó el
príncipe mientras se limpiaba el maquillaje con el dorso de su mano.
—
¿Y dónde está ella?, yo sólo veo a mi hijo tratando de parecer una mujer, no
debí ver esto—el rey se cubrió los ojos y fue corriendo hacia el gran salón
siendo seguido por su hijo.
Nahyra
salió del baño con su nuevo y elegante vestido rosado y entonces buscó a Dariel
para que la ayudara con el peinado y el maquillaje, pero cómo no estaba decidió
sólo dejar su cabello suelto y ponerse el brillo labial que estaba sobre unos
cajones. Así bajo por las escaleras y recorrió cada rincón del palacio en busca
de la reunión a la que estaba obligada a asistir, después de todo fue ella
quien dio su palabra.
Una
sirvienta la encontró buscando la salida de la cocina y la llevó de regreso a
la habitación de Dariel.
—Usted
debe ser la princesa de Farstenburg, la estábamos esperando—murmuró aquella
mujer regordeta y la cogió del brazo para presentarla ante todos.
—Por
fin ha llegado la princesa Katherine de Farstenburg—todos se pusieron de pie y
los príncipes fueron a saludarla dándole besos en la mano. El único que no se
levantó fue Dariel y era obvio, él sabía que ella no era la princesa Katherine.
—Princesa
veo que se ha teñido el cabello de castaño.
—Oh,
y también me puse pupilentes y creo que me he blanqueado—dijo a modo de
sarcasmo pero el chico que tenía enfrente se quedó observándola fijamente.
—Si
no estuviera comprometida con el príncipe de Kouba créame que estaría ahora
mismo en mi palacio.
La
mirada de desentendimiento y vergüenza que Nay le lanzó a Dariel fue muy
alarmante a tal grado de hacerlo salir corriendo para llevarla hasta su mesa.
—Por
qué no me dijiste que Katherine era una princesa—susurró Nay y entonces Dariel
se agachó un poco para contestar en su oído.
—No
veía la necesidad en que supieras sobre mi compromiso con esa princesa, de
hecho me alegra que no haya venido porque tenía una aparición especial dentro
de una telenovela que se transmite los fines de semana en España.
Nahyra
tuvo que suprimir su llanto, era estúpido haberle dicho esas cosas tan
románticas o haber actuado tan caballerosamente con ella si de todas formas él
ya estaba comprometido, era por eso que Kate le había dicho esas cosas tan
crueles aquel día que Antoni la rescató de su venenoso ataque.
Es
más, él fue quien la buscó y la encontró cuando escapó, de hecho el había sido
el único que se había preocupado por ella en todo este tiempo.
Se
levantó rápidamente de la mesa y pidió disculpas, como si ella fuera Kate, por
retirarse en ese momento por asuntos de su grabación en un estudio que le
indicaron sus agentes. Quizá podía ocurrírsele un mejor argumento pero le urgía
salir de ahí.
—
¡Nahyra Venturi, regresa!
Ella
volteó el rostro para observar a su persecutor y vio a Dariel corriendo a toda
velocidad y con la peor cara de enojo que le pudo ver a alguien, incluso las
arrugas de frente se profundizaron.
Huir,
debía huir si quería llegar a Antoni o por lo menos lo haría para conservar su
vida. Volvió a dejar botados los zapatos de tacón y huyó descalza.
Las
pisadas de Dariel ya no se escuchaban y ella decidió quedarse a descansar sobre
un camellón lleno de jacarandas en pleno florecimiento. Alguien gritó cerca su
nombre y de 9inmediato se puso de pie para emprender la carrera, dio dos
zancadas y entonces cayó al suelo. Había sido atrapada por Dariel.
Él
se rodó hacia un lado para darle la oportunidad de coger aire y de asimilar
todo lo que le había pasado en esa noche. No era una noche cualquiera en “la”
noche.
—Debo
ir con mis padres, se preocuparán si no los visito.
—Claro,
y Antoni es la respuesta ¿no? —soltó sin bacilar, tanto tiempo estando con ella y averiguando cómo arruinar su vida debían
rendir sus frutos.
—Él
es el único que realmente se preocupa por mí, el único que me ha respetado y
que realmente me ama…—Dariel la cogió por los hombros y la sacudió para que
dejara de hablar.
—Deja
de jugar conmigo Nahyra Venturi, todo este tiempo me has estado preguntando si
me importó lo que sucedió entre nosotros y no paro de repetirte que sí, que me
importa demasiado como para romper mi compromiso con Katherine y proclamar uno
nuevo contigo, pero también me pregunto si vale la pena hacerlo o no porque de
inmediato cambias de humor y me botas como si fuera…como si fuera cualquier
cosa de la que te puedas deshacer, lo siento no se me ocurría nada para
compararme.
»Lo
peor de todo esto es que yo sigo haciéndome esas preguntas y tomándome mi
tiempo mientras que tu corres para estar en los brazos de alguien que te ha
estado mintiendo todo este tiempo.
—A
ver señor sabelotodo, ¿cómo sabes que él me está mintiendo?
—Porque
yo le dije que lo hiciera—admitió y entonces Nahyra se quedó pasmada esperando
que él continuara con su respuesta—. No es un secreto el hecho de que te
odiaba, pero yo le dije a mi amigo Antoni que te enamorara para que después te
botara y te hiciera miserable—levantó la mano para callar las protestas de
Nay—. Pero él no te ama, yo, yo le ordené que te mintiera perdona—dio unos
pasos para sostener a Nahyra pero ella sólo se alejó.
—No,
no puede ser posible. Me dices que me amas pero aun así hiciste esas cosas
terribles Dariel. Si lo que querías era destrozarme…felicidades lo has
logrado—se puso a sonreír con melancolía y aplaudió lo más fuerte que pudo—
¡Bravo Dariel!, ¡El príncipe siempre logra todo lo que quiere! —el sarcasmo era
notorio a esas alturas.
Se
dio la vuelta y se alejó lentamente esperando que él respetara su decisión de
dejar las cosas tal y como estaban en ese preciso instante.
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