La doncella real me
ha traído sabanas nuevas, <<Sí, cambian mis sabanas todos los días y es
abrumador>> y la criada las ha puesto, ahora estoy en mi clase de
pintura, analizando las diferentes corrientes, ayer fue el turno del cubismo y
hoy toca…Impresionismo.
Madame Katherine
habla y habla sobre pintura, ¿Acaso no nota mi aburrimiento?, veo a las hijas
de las criadas y ellas son más felices que yo, aun sin dinero ni muchas
pertenencias y a sabiendas que cuando tengan la edad suficiente para laborar,
caerán presas en los confines del palacio como la servidumbre, pero a pesar de
eso, siempre las noto felices.
Y así son todos mis
días, estudio tras estudio tras estudio, pero hace unos días mi situación
cambió
—Su majestad, ha
llegado el correo—avisó el cartero del palacio
— ¿Qué es eso
majestad?—así es como debo decirle a mi madre, nada de ma, mamá, mami o cosas
similares, ella está arriba de todo el pueblo, incluyéndome
— ¿Qué no has
escuchado?, dijo el cartero del palacio que el correo ha llegado
— ¿Hay algo para mí? —dije
esperanzada a que la respuesta fuera un “si”
—Todo esto es para
ti—extendió los sobres en la mesita de té y fue pasándomelos uno por uno
—No entiendo
majestad, ¿qué es todo esto? —interrogué angustiada por todo lo que contenían
las cartas
—Peticiones—respondió
seriamente
— ¿Para qué?
—Para tu boda
princesa, eres la única heredera al trono y ya tienes la edad suficiente para
el compromiso—intervino mi padre, el rey—así que todas estas cartas, son de
distintas familias de la casa real de sus reinos con hijos dignos de tu mano
—Pero padre, es decir
majestad, yo no creo poder llevar esto acabo
—No depende de ti, la
decisión es mía, así que te guste o no te casarás con quien yo elija para ti,
en unos días vendrá a conocerte, tendrán un tiempo para convivir y después
arreglaremos todo para la boda y para los hijos
— ¡¿Hijos?! —Espeté—
¡¿No hablas enserio verdad padre?!
—La orden ha sido
dictada princesa y no permitiré que ninguno de mis súbditos la
contradiga—sentenció, eso daba pie a una discusión—respétame, no me llames
padre, para eso te hemos educado
—No, ustedes no me
han educado “majestades” lo ha hecho la servidumbre y no, si no respetas mis
decisiones no recibirás respeto de mi padre—lancé un grito de ira contra ellos,
tomé mi vestido alzándolo lo suficiente para correr y lo hice, salí disparada a
mi habitación.
Comencé a empacar por
tercera vez en la semana, siempre que tenía un altercado con mis padres salía
huyendo, la ultima vez fui a visitar a un viejo amigo, el príncipe Huge él
siempre me había comprendido, por lo que mis padres lo odiaban.
Hasta cierto momento
en mi vida se corrió el rumor de que el príncipe Huge y yo estábamos
comprometidos bajo el pretexto de que se nos veía juntos tomados de las manos
en diversos lugares del reino, pero solo salíamos como “amigos” ¿acaso no es muy
claro ese término? Y como la imagen que daba con él representaba un peligro
para la casa real de Newry <<ese es el lugar de mi principado>>
tomaron la decisión de que rompiera todos mis lazos de amistad con el príncipe,
sin embargo eso no ha sucedido.
Todos los días
recibimos cartas de parte de Huge por lo que yo misma me encargaba de
recibirlas sin que mi madre o padre las vieran, aun era un secreto y al irme
para allá jamás sospecharán dónde estoy. Simplemente el plan perfecto.
He salido a dar un
paseo con la duquesa de Campterlyn que ha llegado de visita y me llevará con
Huge dentro de unas cuantas horas, mientras nosotras estamos aquí se supone que
uno de los guardias guardará todo mi equipaje en el auto en el que viajaremos y
una vez dentro podré deshacerme un rato de las labores reales, por fin un poco
más de libertad en mi vida.
02:45 p.m. marca el
reloj de pulsera de la duquesa, el momento ha llegado. Abrimos las puertas y mi
padre sale a nuestro encuentro
—Sea bienvenida a
Newry duquesa—hizo una cortés inclinación y se retiró
—Así que Jinohra,
dime, ¿de verdad deseas ir conmigo? —interrogó Cassidy, ese es el nombre de la
duquesa
—Sí, quiero dejar
atrás mi palacio y vivir un poco de mi libertad Cassy—contesté algo aliviada
por que fuera mi amiga y no conspirara en mi contra como la mayoría de las
princesas con las que estaba obligada a convivir
—Muy bien, en diez
minutos vuelvo lista para irnos y más te vale que no te arrepientas—apresuró su
paso, lo cual debió ser difícil con semejantes tacones de quince centímetros
Me quedé en el ala
sur del palacio, o sea, la sala para bienvenidas y eventos esperando el regreso
de Cassy y ésta no se aparecía, aun con mi preocupación me puse de pie y caminé
de un lado a otro; mis tacones resonaban en todo el espacio haciendo eco con
cada paso, el candelero de cristal tintineaba cuando caminaba y la madera
crujía bajo mis pies, era una sinfonía en pleno silencio y me mordía las uñas
en espera de Cassy
—Listo, tus padres,
es decir sus majestades—hizo una torpe reverencia y ambas reímos—estarán
ocupados por bastante tiempo revisando tu correspondencia y esta vez les dije
que irías conmigo a mi palacio
—Sí, gracias Cassy,
te debo una—suspiré todo el aire que había contenido
—No me debes nada,
porque no iremos con Huge, Jin me han encargado que te arregle para dentro de
dos días, tu futuro—tragó saliva con dificultad—tu futuro marido estará aquí en
ese lapso de tiempo—bajó los hombros con
tristeza y nos desplomamos en las sillas y contemplamos el piso cabizbajas
—En verdad no
necesito casarme Cassy, debo evitar este compromiso a como dé lugar—sollocé
resignada a mi destino
—Lo sé, yo también me
mantengo renuente a eso y si de mí dependiera crearía un conflicto entre los
reinos sólo para evitarte esto, pero sólo soy una Duquesa y no puedo hacer algo
al respecto—me dio un ligero abrazo y se levantó para seguir adelante con lo
ordenado
—Es solo que aún no
me siento lista para el compromiso ¿cuándo se supone que disfrutaré de mi
libertad? Ese siempre fue mi sueño
—Lo sé, lo dices cada
minuto de tu existencia y ¿cómo estás tan segura de que tu prometido no te
dejará ser libre? —preguntó sin preocuparse de mi reacción
—Pues…pues no lo sé,
sólo algo me dice que no debo hacer esto, creo que sería más fácil si mis
padres reformaran las leyes pero ellos no me escuchan—agité mis manos al aire
haciendo ademanes con cada palabra que salía de mi boca
— ¿Quieres un
consejo?
—Claro señorita Coelho
—No te burles, sabes
que soy así—rió—muy bien si no quieres no…—se dio la vuelta para retirarse y yo
la detuve con un fuerte agarre
—No, es broma, dame
tu sabio consejo—me incliné ante ella poniéndome de rodillas
—No juzgues a un
libro por su portada, lo que cuenta es siempre el interior—musitó lentamente
para que captara sus palabras
—Eso es tonto, ni
siquiera lo veré, mis padres lo seleccionarán y yo solo debo resignarme a su
decisión
—Entonces si ya sabes
cuál es tu única opción no se qué es lo que te preocupa
— ¡Estaban hablando
de hijos Cassy! ¿Sabes lo que eso significa?, están esperando que me acueste
con un maldito desconocido y procree solo para complacer a mis padres con un
hijo varón
—No te alteres, ¿y si
él tampoco está de acuerdo con eso? —respondió
—Porque si me guío
por el gusto de mi padre se que elegirá al típico ex militar o comandante en
guerra, él es así
—Pero tu madre
también estará ahí—respondió
—No es gran garantía,
ella me odia, incluso más que mi padre, ella creé que le robaré el trono, si fuera por mí se podría
quedar con el jodido trono por el resto de su vida—espeté decidida a no seguir
con el rumbo de esta charla
—Lo sé Jin, pero es
lo que te tocó ser y ahora si no te molesta, vamos a arreglarte—me cogió del
brazo y cuando salimos los guardias del palacio nos escoltaron hasta el
automóvil.
Cassy condujo en
silencio para no estropear más las cosas conmigo, admito que soy una chica muy
fácil de irritar y casi pocos me ven sonriendo, excepto por Huge y Cassy porque
con ellos puedo ser la Jinohra de verdad y de solo pensar que mis relaciones
con el mundo terminarán en dos días exactamente me deprimo, no me puedo
imaginar sentada en un trono ajeno a mi pueblo fingiendo ser feliz al lado de
alguien a quien no amo.
Comencé a agitarme en
la parte de atrás debido a mi incomodidad, no me hallaba fuera de casa y aunque
sé que estoy con Cassy no me siento bien, tal vez porque cambiamos los planes y
no es más que una formalidad para mi visita, no quiero verlo es más hubiera
preferido nacer sirvienta antes de ser una princesa.
Al parecer debí
quedarme dormida en el auto, pues cuando abrí los ojos ya estaba fuera de mi
reino y sentí que todo el peso de ser princesa se desvanecía conforme avanzaba
fuera de éste, me quité las zapatillas y puse mis pies desnudos en el asiento
de al lado, por fin libre.
— ¿Estás cómoda? —preguntó
Cassidy observándome por el retrovisor
—Muy cómoda diría
yo—me puse los brazos detrás de la cabeza para descansar un poco más
—Pues ya no lo
estarás en cuanto te cases—rió de manera muy siniestra, como una villana de
películas
—No es gracioso, deja
de recordarme mi futuro—exigí
—Lo sé—vi su sonrisa
en el retrovisor por un momento y enseguida se detuvo, estuvimos a punto de
chocar con un auto descapotable frente a nosotras
—Fíjate cómo
conduces—gritó alguien del otro auto
—Soy una duquesa
plebeyo, fíjate TÚ por dónde vas—reclamó Cassy
—Y yo un príncipe así
que largo de aquí chiquilla—arrancó con un rechinido en sus llantas y Cassidy
hizo una señal con el dedo medio hacia el auto
— ¡Cassidy Richardson
Von Herbert, tus modales! —grité avergonzada por su comportamiento
—Estamos fuera del
reino ¿no?, aquí no existen los títulos nobiliarios de nuestro país—reí por su
comentario y seguimos con el viaje.
—Llegamos, ¿lista
para el cambio? —preguntó abriendo para mí la puerta del auto
—Si—suspiré
vencida—pero son las tres de la mañana déjame dormir un rato
—Está bien—toma un
cuarto para huéspedes y tírate a dormir—masculló con una voz adormecida.
Fui hacia el cuarto y
no desempaqué, pues solo estaría aquí por hoy y ya mañana partiría de regreso a
mi hogar.
Eran las tres de la
tarde y alguien me despertó
—Despierta, debo
arreglarte para mañana—me agitó en la cama Cassidy
—Ahí voy, pero quiero
ver películas—me enderecé y estiré
—Veremos las malditas
películas y después a arreglarte o tus padres me matarán—me tomó de la mano y
tiró de mi rumbo a su sala.
Cassidy vivía alejada
de su reino, aunque aún estaba en sus tierras, pero ella había decidido valerse
por sí misma, aunque no poseía un trabajo y vivía igual que la realeza, ella no
metía manos en asuntos de protocolo. Y por eso la envidiaba tanto.
Vimos tres películas
seguidas y enseguida vimos que el reloj marcaba las 09:00 p.m. y corrimos a
nuestras habitaciones.
Dormí plácidamente
hasta que me despertó un ruido cercano el cual me obligó a levantar de la
cama
—Debes desayunar antes
de irnos—musitó Cassy bailando una música e un canal de la TV
—Lo sé, quiero un
licuado y un…
—Nada de eso, en mi
casa sabes que no hay sirvientes, prepáratelo tú, ahí está la leche y las
frutas están en el refrigerador, así que son todos tuyos.
Abrí el refrigerador
y saqué algunas fresas y la leche para vaciarlos a la licuadora, agregue azúcar
y mezclé todo, lo serví en un vaso y lo bebí poco a poco. Me supo a rayos,
estaba muy amargo y con poco sabor, era prácticamente leche pintada.
Soy un desastre para
la cocina otro punto que delata que no fui hecha para la vida normal y
comprobaba a teoría de mis padres sobre si sería o no un desperdicio como
plebeya, peo más que demostrarles que podía hacer las cosas como yo quisiera y
poder vivir como cualquiera, quería demostrarme de lo que era capaz.
Me arreglé como
siempre lo hacía cuando estaba con mis amigos, una cola de caballo, jeans,
blusa y tenis, todo lucía tan normal
—Hora de irnos—ordenó
Cassy
—Lista, voy en un
segundo—me rocié mi perfume favorito y salí, cuando mis padres me vean así
seguro se irán para atrás.
Ellos siempre me
vestían con vestidos y tacones y yo por el contrario usaba pantalón y playeras
jamás me gustaron los tacones, eran incómodos y más cuando a los cinco años te
obligan a usarlos.
—Lista, vámonos—salí
y fui detenida por el agarre de Cassy
—Mierda, no te he
arreglado y debo entregarte lista para hoy, ya que, mínimo diste un cambio—me
miró de arriba abajo y asintió con un dejo de aceptación a mi apariencia
—Entonces no se diga
más, vámonos.
Puso en marcha el
auto a toda velocidad y yo quería retrasar el viaje lo más permitido posible,
no quería encontrarme con la bestia que me arrancaría la libertad de mi vida y
destrozaría mi vida por completo.
Mi sueño desde niña
era vivir en el campo, en las colinas más alejadas del reino con el amor de mi
vida y mis hijos, lejos de cualquier problema de la realeza, tal y como
Cassidy, pero me es imposible ahora al saber que soy heredera a un trono y que
tengo que estar junto a alguien a quien no amo. El peor destino del mundo
—Llegamos—cantó Cassy
—Gracias—bufé y
caminé dentro del palacio
Me abrieron las
puertas de la entrada y regresé a mi mundo, a aquel lugar donde no podía ver
una película, donde no podía jugar videojuegos ni hacer llamadas por teléfono.
En este reino vivíamos como la realeza del siglo XV sin tecnología, ¡nos
transportamos en carruaje! Eso es algo humillante en comparación con los otros
reinos, sin embargo somos los de mayor diplomacia, pero eso no justifica
nuestro atraso, otras de las cosas que a mi parecer debería cambiar mi padre.
Se escucharon unas
risas en el ala sur del palacio e hice mi gloriosa entrada
—La princesa Jinohra de
Newry ha llegado—presentó el guardia y mi madre hizo una reverencia hacia mi
mientras yo hacía lo mismo
—Princesa
Jinohra—espetó un chico en un asiento frente a mi padre.
Aquel chico llevaba
un elegante traje con corbata a juego, todo “señor protocolo” se levantó y con
cara de asco e hizo una reverencia a la cual no correspondí
—Buenos días princesa
Jinohra—saludó mi padre con una cortés inclinación
—Sus majestades
buenos días—reverencié—príncipe, que gusto que nos acompañe—hice el intento de
una falsa sonrisa que no resultó muy bien
—Nosotros nos
retiramos, debemos asistir a una junta muy importante con la monarquía de
Haylich.
Mis padres salieron
huyendo dejándome con “señor protocolo” frente a mí, el chico no lucía mal o al
menos se había arreglado el día de hoy y a sabiendas que sería mi prometido más
me valía aceptar su condición.
—Princesa Jinohra,
mucho gusto en conocerla, sus padres me han mandado llamar para presentarme
ante usted—musitó haciendo otra reverencia
—Basta de
formalidades ¿sí?, he pasado por mucho y sé perfectamente a lo que viniste,
serás mi prometido y bla bla bla…no me interesa en lo más mínimo a qué vienes
puesto que he sido advertida—saqué lo más descortés de mi
—Muy bien princesa,
entonces veo que no debo ser tan “formal” con usted, pues que más le puedo
decir que no sepa—sonrió y se le marcó un hoyuelo en la mejilla, algo que me
pareció un poco atractivo
—Veo que nos
entendemos, ahora podrías solo presentarte y listo, el puesto de mi marido es
todo tuyo—me senté prácticamente desparramada y olvidando todos mis modales
dentro del palacio
— Bien, si eso es lo
que quieres Jin—musitó algo ofendido—para empezar mi nombre es Aivan y no me
interesa mucho lo que hagas o dejes de hacer, solo quiero que tengas una buena
imagen al igual que la mía y ya, eso es todo—puntualizó lo que quería Aivan
—Muy bien…—titubeé—y
¿eso es todo?, ¿no hay nada más de “mantenerme cautiva hasta el día de mi
muerte”?
—No, soy una persona
razonable, aunque si tu quieres quedarte encerrada me vale un comino, ya te lo
dije hagas lo que hagas solo mantén limpia nuestra imagen y listo esas son mis
condiciones
—En ese caso creo que
todo está bien y ¿de verdad eso es todo? —dije de verdad sorprendida
—Te lo juro, no soy
tan mala persona no se qué has escuchado de mi—y en ese momento me vino la
dichosa frase de Cassy “nunca juzgues a un libro por su portada”
—No, solo pensé
que…—suspiré—no lo sé, supuse que serías algo así como mi padre—confesé
—Pues no soy tan
malo, pero espero y pronto poder estar contigo—besó mi mano y salió de la
habitación con orgullo y yo me quedé parada viendo cómo se alejaba poco a poco.
No lo puedo creer, acaba de darme “libertad”, todo lo
que quiero con solo mantener mi imagen, eso es fácil, he sido educada para
aparentar es más que pan comido. Solté un grito de niña colegiala loca en la
sala y salté feliz por mí, por mi ansiada y utópica libertad.
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