Aivan había llegado antes de la hora indicada y yo seguía con la ropa que me había puesto en casa de Cassidy.
Supongo
que le di una mala impresión cuando me vio, pues no reaccionó cuando mi padre
se dirigió a él
—Príncipe
¿entonces cuándo? —preguntó mi padre
—No
lo sé—musitó el príncipe como un idiota
—Cómo
que no lo sabe—espetó el rey—acordamos que ustedes darían una fecha
—
¿Fecha para qué?
—De
verdad príncipe Aivan, creí que había elegido al indicado—advirtió con
arrepentimiento el rey
—Ha
hecho la elección correcta, solo estoy algo impactado
—
¿Se puede saber que ha sucedido?
—Regresé
hace unos instantes de unas relajantes vacaciones y temo que aún no me recupero
del descanso, debo ponerme activo, así que déjeme adornar todo el recinto y en
un momento hablamos—concluyó Aivan
Mi
padre le entregó las llaves de la bodega que para mí estaba prohibida
<<¿Por qué el si puede ver lo que hay ahí? ni siquiera es de la familia
de Newry>> me quejé mentalmente.
Aivan
cogió las llaves y se deslizó entre dos muros para poder llegar al pasillo que
dirigía a la bodega, lo seguí con la mirada para curiosear sobre lo que se
ocultaba tras esas puertas.
AL
poco rato las puertas se abrieron y la luz se encendió; para ser honesta
esperaba algo sorprendente como televisores, videojuegos, un auto u otras cosas
que deberían estar escondidas tras esa puerta, pero para mi decepción la bodega
estaba llena de cajas de diferentes tamaños
—
¡Hey princesa, ayúdeme! —llamó Aivan desde el interior de la bodega
—Un
momento, enseguida paso—bufé irritada ¿Acaso él no podía hacerlo solo?
Cogí
mi vestido por los lados, lo suficiente para poder caminar y me introduje por
la estrecha entrada entre los dos muros. Pujé y pujé para entrar pero no lo
conseguía
—
¿Piensas ayudarme? —preguntó Aivan furioso del otro lado
—Si
pienso ayudarle “su alteza”, pero…tengo severas complicaciones—suspiré cansada
de tanto tirar de mi vestido sin poder pasar
—Date
prisa, debo sacar estas cajas
—Dame
un momento, debo desatorarme—se escuchó el eco de una risita en la bodega—no te
burles—sonreí, <<mínimo tiene sentido del humor>>
—Espera
salgo a ayudarte—musitó y comenzó a avanzar hacia mí—espera—tomó mi mano para
jalarme hacia adentro—ahora a la de tres vienes y yo te jalo ¿Sí?
—
¿De verdad piensas contar? —pregunté divertida
—Uno…
—No
hablarás en serio
—Dos…
—Aivan,
me estás asustando
—
¡Tres! —gritó al tiempo en que me jaloneaba hacia el interior
—
¡Auch! ¡Mi brazo, mi brazo! —me quejé
—Uhm—suspiró—supongo
que habrá que recortar este vestido—musitó y se introdujo a la bodega
—Aivan—llamé—
¿sigues ahí?
—Espera,
se que vi unas tijeras por aquí…—se escucharon unos cuantos ruidos y varios
golpes en el piso
—
¿Te encuentras bien? —pregunté un poco preocupada
—Sí,
ahora el problema eres tú
—
¡Oye! —reclamé
—Es
la verdad, eres todo un problema.
Sentí
cómo jaloneaba mi vestido y escuchaba el sonido de las tijeras cortando la tela
de mi vestido
—Espera
un momento…ya casi termino
—Date
prisa o no nos dará tiempo de preparar todo para la noche—presioné
—En
eso estoy…un poco más y tendrás un hermoso corsé—bromeó o al menos parecía una
broma
—No
hablas en serio ¿verdad? —No respondió— ¿verdad? —insistí
—No,
es broma, sólo se ve algo…provocativo—rió
—
¡¿Hasta donde lo cortaste?! —Exigí—si está muy recortado te mataré
—No…tanto—dijo
lentamente—sólo no te agaches o se te verá algo de más
—No
puede ser—chillé—ya déjalo así
Me
quité el aro de metal que sostenía la falda del vestido para que éste me
cubriera más las piernas
—Es
el que te regalé ¿cierto? —interrogó Aivan
—Sí,
pero no te preocupes, no volveré a usarlo—musité algo decepcionada, de verdad
era de los pocos vestidos que me gustaban y quería usarlo esta noche
—Tienes
más, no te quejes ya y ayuda a sacar las cajas
Me
pasó una a una las cajas y las fuimos amontonando en la salida, cada vez se
apretaban más y más las cajas en el estrecho camino de regreso al salón.
Pasó
cerca de una hora y aun no habíamos acabado de sacar las cajas y ya se estaba
aproximando el evento
—Aun
no terminamos, déjame salir por alimento, enseguida vuelvo—ordenó Aivan
—Déjame
me muevo un poco y…oops—exclamé
—
¿Qué sucede? ¿Te has vuelto a atorar? —rió Aivan, al parecer la situación de
verme atorada le parecía divertida
—No…am…
cómo decirte esto—susurré
—No
lo sé, dilo y ya
—Muy
bien, tú lo pediste—suspiré—las cajas nos han dejado encerrados
—Pero
te dije que las sa-ca-ras—musitó con enfado
—No,
dijiste que las mo-vie-ra—dije imitándolo—y fue lo que hice
—Creí
que eras más sensata—masculló—llama a tu padre para que nos saque de aquí
—Dah,
aquí no hay teléfonos—respondí molesta
—Entonces
con una paloma mensajera, señales de humo ¡no se!, sácanos de aquí—comenzó a
acelerarse
—Está
bien, que tal si pateo las cajas hasta que alguna salga y podamos sacar poco a
poco el resto de cajas
—No
me importa cómo lo hagas, solo sácanos de aquí
—Muy
bien, espera un poco.
Comencé
a golpear las cajas tal y como lo había dicho, patada tras patada hasta aflojar
un espacio para desembonar la estructura de cartón que nos detenía
—Ya—musitó
Aivan
—No.
Continué
pateando hasta hacerle un agujero a la caja y rodaron varias cintas de colores
a mis pies
—
¿Qué tienen estas cajas? —pregunté
—Adornos—contestó
—
¿Mi padre ha estado planeando esto y no me lo dijo? —dije conmocionada por la
sorpresa
—Algo
así, a mí tampoco me lo ha dicho mi madre —musitó en forma de consuelo
—
¿A sí? —pregunté
—Sí,
jamás me advirtieron que me comprometió con una persona atan molesta— ¿era en
serio o estaba bromeando?
—Ok,
entiendo, ahora espera un poco y enseguida nos saco—dije tratando de mantener
mi paciencia con él.
Traté
pateando nuevamente las cajas una tras otra y por fin una salió volando hacia
el salón
—
¡Por fin! —exclamé con alegría total
—Ya
era hora—suspiró y me ayudó a empujar las cajas poco a poco hasta retirarlas.
Ya
nos faltaba poco para abrir un espacio para que entráramos aun que sea a gatas,
empujó la última caja y salimos gateando de aquel lugar.
Él
salió primero y se escuchó un gran grito del otro lado, a continuación asomé la
cabeza y vi al rey frente a nosotros sonriendo pícaramente
—
¿Qué hacían ahí? —preguntó mientras yo salía
—Estábamos
sacando las cajas su majestad—reverenció Aivan—tuvimos complicaciones y me temo
que nos quedamos atrapados ahí dentro. Le recomiendo que haga más grande el
espacio para su bodega majestad—volvió a inclinarse
—
¿Seguros? —Insistió una vez que me levanté, me examinó de arriba abajo y
levantó una ceja con sorpresa—parece que interrumpí algo muy importante.
Me
observé y grité, aún tenía la pequeña falda corta del vestido y me puse roja al
comprender su insinuación
—No…nosotros
no…—suspiré—olvídalo, no lo entenderás—me retiré con la poca dignidad que me
quedaba.
Fui
directo a mi habitación a cambiarme por otro vestido para continuar con el
arreglo porque sabiendo cómo es mi padre debió dejar al pobre de Aivan solo en
el salón adornando todo.
Bajé
corriendo con mis zapatillas hacia el salón y al entrar vi a Aivan totalmente
fuera de lugar. Estaba vestido como una persona “normal”, con pantalón de
mezclilla, una camiseta que le marcaba su perfecto cuerpo, sacudí la cabeza en
rechazo total a esos pensamientos.
Está
bien, si tenía un cuerpo muy bien formado, pero ¿acaso no fue él el que me dijo
que debíamos cuidar nuestra imagen? Y ahora l está aquí como si nada y yo con
mi elegantísimo vestido
—Hm
hm—me aclaré la garganta y Aivan se sobresaltó cayendo de la escalera; corrí
rápidamente a ayudarlo y lo atrapé en el aire impactando con él en el piso—
¿estás bien? —pregunté
Se
quedó observándome y sus mejillas se tiñeron de un rojo muy bajo
—Si—susurró
bajando la cabeza
—Muy
bien, entonces no perdamos más tiempo—murmuré tratando de levantarme, pero no
pude, me dolía el tobillo y no sentía mi pierna—no…puedo—dije mientras pujaba
para ponerme de pié
—Ven,
te ayudo—me cargó y me acomodó en su regazo
—Estoy
bien, puedes bajarme
—No
estás nada bien Jin, ven, te llevaré a tu habitación—me levantó aún acunada en
sus brazos y subimos las escaleras, más bien “subió” las escaleras—listo,
déjame ver tu pierna
—
¡Sucio! —grité y el sólo rió
—Vamos,
sólo quiero saber que estás bien, ni siquiera me gustas ¿sí? Ahora trae tu
pierna acá—me jaló la pierna ara ponerla sobre sus rodillas logrando que me
sonrojara
—
¿Y? —Pregunté impaciente— ¿estoy bien?
—No—se
limito a contestar—mostró mi pierna y estaba rasgada por el impacto—tu piel es
muy sensible—sacó un pequeño pañuelo y limpió la sangre que se me había
embarrado—espera y traigo algo para que te cambies— me dejó en la cama acostada
mientras él hurgaba en mi armario
—Deja
mis cosas Aivan, puedo vestirme sola—él volvió a reír
—Jamás
dije algo sobre vestirte, dije que te traería ropa solamente, pero si quieres…
—No
no quiero y nunca lo querré, dame mi ropa y lárgate a preparar por que pronto
estaremos ahí abajo—me lanzó unos pantalones y una blusa— ¿qué es esto?
—Ropa—contestó
—Ja
ja ja, que gracioso, ahora dame un vestido
—No—respondió
esta vez serio—tienes una gran herida en la pierna, no dejaré que lo noten,
recuerda lo de la apariencia
—Hey
genio, y cómo se supone que usando pantalón ayudaré a “tu imagen”
—Sólo
póntelos y más tarde lo verás, me encargaré del adorno tu solo—paró pensando en
sus palabras—cuídate—giró el pomo de la puerta y se retiró
Seguí
sus indicaciones y me puse lo que me dio, agregue algunas joyas al conjunto
para que no se viera tan mal todo esto
—Princesa,
debe darse prisa, los invitados están llegando—llamó una doncella
—Enseguida
bajo—contesté apacible
Me
calcé unas zapatillas de tacón bajo y me apresuré a retocarme el peinado.
Enseguida
bajé las escaleras esperando que Aivan llegara con su traje tan formal como
siempre, pero para mi sorpresa Aivan estaba vestido como yo. Con un pantalón de
mezclilla, una camisa arremangada y zapatos pulcros como siempre
—
¿Aivan? —llamé esperando que no fuera él o esto arruinaría la vista a mi padre
—
¿Si? —giró y en efecto, era él
—
¿Qué te sucedió?
—Te
ves muy bien—contestó ignorando mi pregunta
—
¿Qué te paso? —insistí
—No
podía dejar que te vieras mal ante el resto del reino, así que si tú te vistes
informal yo también, parte de la imagen—guiñó y subió para que lo cogiera del
brazo.
Lo
tomé sin chistar e hice mi recorrido hacia el gran salón
—
¿Nerviosa? —preguntó Aivan
—Te
mentiría si no
—Te
ves bien
—Nadie
más esta viéndonos, no es necesario que finjas ahora
—Lo
digo en serio, te vez muy bien cuando estás tan… ¿cuál es la palabra?
—
¿Normal?
—A,
si, normal. Ese tipo de ropa se te ve muy bien, no me gusta cuando te pones
vestido—lo empujé apartándolo de mi
—Todo
el día traigo vestido—contesté con la mandíbula apretada
—Pero
hoy es raro, se supone que debíamos vestir elegantes y no es así, eso lo hace
algo atractivo
—Cállate
y camina—ordené dirigiéndome hacia el gran salón.
El
momento del anuncio se acerca y con ello viene mi caída en el reino de Aivan.
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