Esto es genial. No habrá boda, nos casaremos por una guerra, me dará su reino, nada puede empeorar.
Caminé de un lado a otro esperando a
que Cassy saliera de donde sea que estaba. Pensaba una y otra vez en la
infinidad de veces que me decía que todo sería perfecto al lado de Aivan, y
justo cuando todo parece estar bien, ¡No!, tengo que aceptar a Huge y
después…le disparan en el hombro ah, y por si fuera poco ahora esto, ya hasta
se me estaba olvidando lo del disparo con todo este drama.
—Cálmate
Jiny, todo estará bien—murmuró Cassy mientras se acercaba y se colocaba unos
broqueles para arreglarse—de todas formas en cuanto se solucione todo apuesto a
que podrán estar tranquilos.
No
sé cómo Cassidy podía estar tan tranquila aun sabiendo que se avecinaba una
guerra en la que ella se vería involucrada y peor aún, ella estaba apoyando a
los enemigos de Huge, el único chico al que ella había amado.
—Cassidy
no debes…
—Ya
lo hice ¿no?, ¿acaso me ves arrepentida? —Interrogó un poco molesta conmigo—no
lo estoy Jiny, si él lo quiso así, así será—sonrió con suficiencia y me tomó
del brazo.
Salimos
de su casa con destino a Newry, tardaríamos un par de horas, por lo que tendría
tiempo de charlar cómodamente con ella.
—Cassy
¿recuerdas aquel descapotable con el que casi chocamos? —Ella asintió—pues era
Aivan—reí—insultaste a Aivan—Cassy abrió los ojos y se quedó perpleja.
—
¿Aivan?, pero él también me insultó si no mal recuerdo, así que estamos a
mano—se encogió de hombros y siguió conduciendo—un momento—musitó mientras
cogía su celular del portavasos— ¿Bueno?…sí enseguida…no…no…ajá…ya vamos,
esperen un momento—contestó preocupada, bajó el celular de regreso al
portavasos y pisó el acelerador hasta el fondo haciendo que me pegara al
asiento sin poder separarme de él.
Corrimos
por las calles de Campterlyn y después de cruzar el puente fueron las de
Lisburn, el camino se hacía más corto y la velocidad iba en aumento haciendo
que la adrenalina se apoderara de mi cuerpo.
—Apuesto
a que tus caballos nunca correrían así—tuvo que gritar Cassy para que escuchara
bien, pues el golpeteo del aire aturdía los sonios haciendo que fuese casi
imposible escuchar algo.
—No,
jamás lo harían—contesté sonriendo como tonta.
Todo
esto me parecía descabellado y demasiado atrevido para mí, esto jamás sucedía
en Newry y no me imaginaba nada que se le pudiera parecer. Quizá lo más
parecido podría ser el columpio del acantilado. Un columpio que se sostiene de
una rama y que cuelga en un barranco, muchas personas se lanzan de ahí y yo en
algún momento de locura lo hice con Cassy y Huge, una de las mejores experiencias,
pero en definitiva esto no tenía comparación.
Llegamos
al castillo de mi familia y nos introdujimos de inmediato sin avisarle a nadie
de nuestra presencia, se escuchaban voces que se hacían más recias conforme nos
acercábamos, y, al abrir la puerta, vimos a todos gritando y diciendo cosas que
no se entendían.
—
¡Basta! —Espetó Cassy—por favor, vinimos a aliarnos para la guerra, no para
crear una nueva—musitó tranquilizando a los demás.
—Bien
Cassidy, por favor dinos por qué nos pediste venir aquí—dijo la reina de
Campterlyn.
Jamás
había visto a la reina pues Newry no tenía tratados con ellos y al no haber
príncipes ni princesas yo no tenía nada que hacer en Campterlyn y por lo tanto
no había tenido la oportunidad de ver a los reyes.
La
reina tenía la piel moren, como si se hubiera bronceado, una cabellera negra,
cubierta de un profundo negro como si estuviera teñido, pero a pesar de su tono
de piel, sus facciones eran delicadas y muy finas, la dotaban de porte y
hermosura, incluso parecía ser una verdadera reina con la postura que tenía
totalmente recta y la barbilla ligeramente levantada haciéndome sentir
inferior. Su esbelta figura se movía de un lado a otro esperando una respuesta,
pero Cassidy se mantenía viéndola fijamente.
—Majestad—reverencié
ayudando a Cassy—le pido mis disculpas por la demora, pero hemos venido lo más
rápido que pudimos y por fin estamos aquí para hablar sobre la guerra, como ya
se habrá enterado, Huge, príncipe de Galway me tuvo presa durante poco tiempo y
después a Aivan, príncipe de Lisburn. Yo tuve que introducirme al castillo y
junto con la duquesa Cassidy le disparé en la mano al príncipe de Galway por lo
que nos dio dos vías de escape para pagar la deuda y el daño causado—paré para
tomar aire y no perder la concentración, pues la voz comenzaba a fallarme y ya
no me dejaba continuar.
—Lo
que el pidió fue que le cedieran el territorio de Newry o que se casara con
Jinohra, que a fin de cuentas, le daría poder también sobre Newry—complementó
Aivan poniéndose entre Cassidy y yo—yo, como futuro rey de Lisburn le pedí
matrimonio a la princesa de Newry y mañana contraeremos nupcias para que ella
pueda acceder al trono de Newry y así poder aliarse con mi reino para combatir
a las fuerzas de Galway, por eso necesitamos de ustedes, tienen el ejército más
numeroso y eso es bien sabido por todos, quizá así ganemos, bueno eso es
seguro—sonrió mientras explicaba toda la estrategia como si lo hubiese hecho
varias veces antes— ¿Así que qué dicen sobre esto?
La
reina y el rey se quedaron pensando por unos momentos y un fuerte estruendo
abrió las puertas de la sala.
—Majestades,
están atacando—gritó alarmado un guardia y todos nos giramos a esperar ordenes
de Aivan, el era el único que había estado en alguna guerra, exactamente en la
guerra en la que murió su padre.
—Por
favor, a los refugios—ordenó Aivan y corrí guiándolos a los refugios dentro del
castillo, eran los únicos lugares con tecnología “legal” en Newry, estaríamos
bien ahí.
—Por
favor entren todos de forma ordenada y distribúyanse en todos, no los quiero
juntos porque si atacan no quiero que mueran todos de inmediato—dije con toda
la valentía posible.
—Vamos—tiró
de mi brazo Aivan y nos metimos a uno de los refugios—ahora sí, puedes decirme
todo lo que quieras, puedes llorar si quieres o…—antes de que terminara me dejé
caer de rodillas al suelo mientras cogía mi cara entre las manos, no quería
llorar pero era lo que sentía, me dolí estar en esta situación, cuando
exactamente en un mes me casaría y ni siquiera me había casado, faltaban unas
horas para el amanecer y que me pudiera casar, si no jamás llegaría al trono.
Me
quedé ahí mientras Aivan me observaba sin decirme nada y sin tratar de
consolarme, sólo se escuchaban los disparos y estallidos de fuera y mis gemidos
y sollozos de adentro.
—Calma
Jiny, todo estará bien—dijo tomándome por los hombros mientras estábamos
hincados en el suelo— no te he dicho algo no porque ya no me importes, quiero
que superes el pasado—eso me tomó por sorpresa.
—Ya
lo superé Aivan, créeme que lo he hecho, esta guerra me ha ayudado a ver mejor
las cosas, sé que Huge no es mi amigo y que jamás lo será—dije cabizbaja, me
dolía aceptar esa terrible realidad.
—Gracias
Jinohra—me abrazó por completo—sé que debí decirte esto antes, pero tuve que
esperar y a decir verdad, no sé por qué pero te lo diré de todas formas—por fin
me incorporé a su lado y apoyé mi mejilla en su pecho—bien pues desde hace
tiempo te estuve viendo—sonreí por la confesión.
—
¿Incluso antes del compromiso? —sí, sabía quién eras o bueno…sólo cómo eras
como princesa y me llamó la atención, yo jamás le dije a mi madre que me
comprometiera contigo, pero le estoy agradecido, no sé qué estaría haciendo
ahora.
—Bueno,
una guerra no parece el escenario más romántico—bromeé—pero no importa,
esperaré hasta entonces—pero sígueme confesando más cosas—sonreí hacia él y me
devolvió la sonrisa.
—Una
confesión ¿te parece?, es tu turno, confiésate.
—Bueno…yo…no
sé que confesarte—me quedé callada esperando a que me interrumpiera para no
decir nada, pero eso no sucedió—pues verás, cuando te ibas a caer de la
escalera por los adornos ¿lo recuerdas? —Él asintió con la cabeza—pues desde
ese momento creo que me enamoré de ti y sólo trataba de negarlo—me encogí de
hombros y él me apretó contra su cuerpo.
—Ya
no puedo—musitó antes de girarme para ponerme justo frente a él y besarme con
pasión, ansiaba sus besos, sus cálidos labios que encajaban perfectamente con
los míos y que danzaban a su propio ritmo. Ese sabor mentolado que se
desprendía de él en cuanto lo besaba era único, esa fragancia tan masculina y
al mismo tiempo delicada que portaba me hacía sentir las dichosas mariposas en
el estómago—te amo Jinohra y por lo de la boda, juro que te lo compensaré—dijo
mientras se separaba de mí.
Nos
quedamos en el refugio hasta que escuchamos que el alboroto terminó y alguien
llamaba a la puerta.
—Pueden
salir, sólo fue un pequeño ataque, los reyes aceptaron aliarse con ustedes y
Huge huyó como un maldito cobarde al saber que era superado en número—gritó
Cassidy sin tomar aire.
—
¡La boda se cancela! —grité y todos giraron a verme asustados—bueno, se
pospone—corregí y todos reímos.
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