Comenzamos a caminar escaleras arriba para tener un lugar más cómodo para hablar y sin las miradas de todos puestas en nosotros. Al llegar al tope de la escalera me tomó por sorpresa cargándome sobre su hombro.
—
¡Aivan! —chillé mientras golpeaba con los puños cerrados su espalda, pero eso
no sirvió de nada pues mantenía su agarre firme en mí aunque sé por su forma de
presionarme que aun le dolía el hombro.
Por
fin llegamos hasta mi habitación y me descendió lentamente sobre la alfombrilla
para después rozar mis labios con los suyos de una manera tierna y fugaz.
—No
me gusta compartirte con mi familia ¿sabes?
—
¿Qué? —interrogué sorprendida, pensaba que le agradaba mostrar afecto hacia mí,
eso sí que me tomó desprevenida.
—No
quiero que estemos aquí…
—Pero
debemos quedarnos por lo de tu tratamiento Aivan, me encantaría estar en
nuestra casa lejos de aquí, pero no podemos por esto—rocé con las yemas de mis
dedos su herida e hizo una mueca de dolor—aun no te recuperas y no pienso
moverme de aquí hasta que mi testarudo prometido esté completamente bien.
—Jin…
—Nada—interrumpí—he
dicho que nos quedamos y así espero que sea—mascullé llegando a un punto de
irritación y ternura.
—Veo
que no puedo discutir eso contigo—murmuró resignado—entonces me temo que tendré
que obligarla a dejar su reino, princesa.
Me
miró de una forma divertida, se estaba divirtiendo a mi costa.
—Lo
siento, no puedo dejar mi reino, ellos me necesitan.
—No
más de lo que yo lo hago—musitó mientras me tomaba por la cintura.
Ese
simple comentario volteó mi perspectiva, en verdad me amaba tal y como lo
decía, se que debí saberlo, pero jamás creí que lo lograra, que él me amara
como yo a él.
—Pero
primero debo resolver una cosa—dije casi gritando al recordar a Huge.
—
¿Qué vas a arreglar?
—Debo
tratar unos asuntos de mi reino con alguien, debo salir lo más pronto posible o
perderé la reservación para el tratado—mentí, me sentía tan mal por mentir.
Me
había propuesto contarle todo, pero si le decía que debía ir a ver a Huge
probablemente perdería los estribos y saldría furioso a matarlo, él no le
perdonaría el hecho de habernos dañado de esa manera tan grande. Quizá el
problema no era por él, sino por lo que trató de hacer conmigo.
—Jinohra,
debo ir contigo, no sé qué pasaría si te pasa algo y yo no estoy ahí, no me
arriesgaré a que te pase algo.
—Más
bien yo no te arriesgaré Aivan, debes cuidarte y por si te hace sentir mejor mi
padre irá conmigo, son asuntos muy importantes—esta vez no era mentira, mi
padre iría conmigo pero no exactamente a ver a Huge, él se desviaría a otro
reino lejano para arreglar asuntos en dos días.
—Muy
bien—suspiró—ve a tu gran tratado Jinohra, espero que te cuides—se dio la media
vuelta y salió de mi habitación sin despedirse. No esperaba menos de él, le
había mentido de una manera descomunal y después había rechazado su protección.
Vi
cómo se alejaba a pasos largos y constantes, se notaba a leguas que quería
evitarme y no lo culpo, yo también evitaría a alguien como yo, que no puede confiar
del todo en su prometido.
Caminé
de un lado a otro del pasillo esperando mi carruaje. En otro momento habría
llamado a Cassy, pero ella estaba molesta y desde que me dijo “en una semana la
veo, princesa” no he sabido de ella, no me visitó ni nada y temo ir a su casa a
arruinar todo de una vez por todas, y que esto sea definitivo.
El
carruaje por fin llegó y me dispuse a subirlo, en uno más elegante iba mi
padre, seguramente quería exclusividad para este momento, no sé qué tantas
cosas debía arreglar con el reino de Cassy, él iba para allá mientras yo me
dirigía a ver a Huge, debía hacerlo pagar de alguna manera, el estúpido fuero
no podía salvarlo de esta.
El
caballo siguió cabalgando para ir al palacio de Huge, nos estábamos acercando.
Quizá en media hora estaríamos ahí, invadiendo parte de su reino para llegar
hasta él sin intervenir con una cita, un reclamo, nada expedido por el reino que
autorizara nuestra llegada, ni un mugre documento que me permitiera estar ahí.
Pero era yo y por lo que me dijeron que quería supongo que no me echaría sólo
por entrar de esa forma a su reino.
Llegamos
y enseguida descendí del carruaje mientras seguía en un leve movimiento, pero
podía hacerlo ahora que no cargaba semejante vestido, sino mi ropa común, la
que me gustaba más.
Caminé
hacia el castillo con las piernas temblándome de nervios y con las manos
cerradas en puños a los lados, sólo por si la situación se ponía complicada.
Seguí con mi camino por el pequeño puente que daba paso sobre un riachuelo que
rodeaba su castillo.
Los
muros del palacio eran de piedra molida y de una tonalidad color salmón, era
precioso, se veía como un castillo de alguna doncella, sin embargo sabía bien
la clase de monstruo que habitaba en ese agradable lugar. Seguí caminando y me
topé con las enormes puertas, parecían la entrada a un santuario religioso,
algo así como la entrada a una iglesia. Tenía madera tallada a mano con unos
aros de metal para tocar la puerta y pequeños detalles como plantas en la parte
de abajo.
Toqué
y uno de los mayordomos de Huge me abrió, dejándome pasar pues me conocían bien
después de haber pasado una gran infancia con él. Pero ahora era diferente, yo
no estaba aquí para charlar o para jugar con él, estaba para reclamarle y
cobrarle lo que me hizo.
Entré
a la sala de recepción y lo vi sentado en el trono de su padre, él me decía
siempre que quería ser rey para poder mandar en su pueblo y cambiar sus reglas.
Por cierto tiempo le creí, más bien toda mi vida le creí, pero hasta que él
provocó el accidente de Huge me dije que todo era mentira, que él fue una
mentira.
—Jinohra,
no esperaba verte aquí—se levantó con un aire de superioridad que había
ignorado hasta ahora— ¿y tu esclavo de Lisburn no te acompaña? —ladeó la cabeza
y alzó una ceja burlándose de mí.
—Él
es mi prometido, respétalo y estoy aquí porque quiero hablar contigo, quiero
hacer un trato.
—Déjame
adivinar, es por lo de la bala ¿o me equivoco? —dio unos pasos acercándose
peligrosamente a mí y yo retrocedí lentamente.
—Sí,
es por eso y también por mí ¿qué querías lograr con eso?, sólo has causado que
ambos reinos pongan sus ojos en tu estúpido reino, más vale que te vayas
haciendo a la idea de que desaparecerás Huge, mi padre no piensa permitirte
esto—me permití alardear con mi título y con el de mi padre.
Sabíamos
perfectamente que Newry era un reino muy influyente y que haríamos aliados en
caso de necesitar un ejército más grande que el de Lisburn e incluso más grande
que el de Campterlyn.
—
¿Qué quería lograr?, creí que eran obvias mis intenciones Jiny—y en un rápido
movimiento me acorraló poniendo sus manos a un lado de mi cintura y apoyando
todo su peso en ellas para que no lograra moverlo, maldito desgraciado.
—No
lo eran Huge, tu siempre fuiste mi amigo ¡confiaba en ti! —reproché con
vehemencia.
—Lo
sé, por eso fue muy fácil hacerlo, pero si no fuera por tu estúpido
prometidillo de caricatura todo hubiese salido perfecto…lo de la bala no estaba
planeado, pero se lo tenía merecido—se encogió de hombros para restarle
importancia a ese gran accidente.
—Eres
un cretino Huge, espero que te pudras con tu maldito reino, espero que te
refundas en prisión.
—No
me importa lo que esperes de mí, yo te esperaba y pues si la única forma que
tengo para decirte que Aivan no te conviene es esta, lo haré así.
Giré
mi visión hacia la puerta y la vi cerrada, cerrada por completo.
—
¿Qué haces?
—Eres
mía ahora, estás en mi reino sin un permiso, si ningún tratado, por lo que no
tienes porqué regresar, es más, no tenías por qué venir.
—No
lo hagas Huge.
—
¿Qué pretendías con esto? —devolvió cruelmente la pregunta que momentos antes
le había formulado.
—No
lo sé—respondí con la respiración entrecortad y llegando al borde de las
lágrimas.
Era
verdad, no sabía que hacía aquí. En un principio quería que pagara ¿pero cómo?,
es decir, no fui con ningún ejército, ni con Aivan, ni con mi padre, me
entregué sola en un arranque de ira. Y peor aun el hecho de que Aivan espere
que regrese me mataba, jamás debí mentirle.
—No
llores—susurró Huge mientras levantaba mi barbilla para que lo observara
directamente a los ojos—por fin estamos juntos, tal y como debía ser desde el
principio.
—Pero
¿y Cassidy?— en ese momento sus ojos se obscurecieron, había tocado un punto
débil en él—siempre sospeché de ustedes—sonreí.
—Entre
ella y yo no hay nada, ella sólo es una chica como cualquier otra— musitó
evitando mi mirada.
—Eso
no es lo que yo sé.
—
¿Quién te lo dijo?
—Tú
acabas de decirlo Huge, sigues siendo fácil de conocer, fuiste mi amigo y te
conozco mejor que nadie…sin embargo desconocía esta parte de ti— dije con
tristeza.
—Es
sólo que no había sido siempre tan abierto contigo, pero ahora que estamos
juntos planeo conocerte mejor y que tú me conozcas tal y como soy—esbozó una
sonrisa repugnante y dirigió sus labios hacia mí.
—Príncipe
Huge, perdone por interrumpir pero quieren verlo urgentemente, me parece que la
duquesa de Campterlyn ha venido a arreglar unos asuntos que en la reunión
pasada no se concretaron—anunció uno de los guardias del palacio.
—Enseguida
la atiendo—masculló entre dientes—en cuanto a ti, te tendré en vigilancia las
veinticuatro horas del día así que más vale que te acostumbres a estar rodeada
de guardias.
Me
dejó libre y pude respirar bien nuevamente, enseguida fui tras él para
averiguar lo que Cassidy estaba haciendo aquí, sin embargo un par de guardias
obstruyeron mis camino, impidiendo así que mirara a través del gran portón.
Desanimada
totalmente me dirigí hacia la habitación que una de las sirvientas asignó como
mía. La habitación era dorada con unas enormes ventanas que iban desde el techo
hasta el suelo, las cubría una enorme cortina de un color blanco mármol que
medía exactamente lo mismo. La vista que me daban era un panorama completo del
reino, me encontraba exactamente en la torre izquierda del palacio.
Debajo
de mi torre, justo en el pasillo que daba a la entrada del palacio estaban
charlando Cass y Huge animadamente, pero sé muy bien por qué él no dejaba que
ella pasara, por mí.
Me
sentía una traidora, estaba traicionando a Cassidy aunque ella ya no fuera mi
amiga o al menos ella no me consideraba más su amiga. Todo justo ahora estaba
saliendo mal y lo que más me preocupaba no era mi situación, sino lo que Aivan
estaría pasando por mí en este instante.
—Princesa
de Newry, la princesa de Campterlyn está solicitando su presencia en el ala Este
del palacio, la quiere ahí lo más pronto posible.
Mis
piernas fallaron y no querían moverse, Cassidy sabía que yo estaba aquí y Huge
probablemente le dijo algo por lo cual quisiera verme y peor aún, ¿si Huge le
había dicho algo a Aivan? Estaría mejor muerta.
Caminé
con dificultad hacia el ala Este mientras era escoltada por los guardias del
palacio e intimidada por las severas miradas de los mayordomos y la servidumbre
con la que me encontraba.
—La
esperan ahí dentro, tenemos ordenes de atacar en caso de que quiera escapar,
princesa—advirtió uno de los fornidos e intimidantes guardias.
—Por
supuesto que no escaparé—fue lo único que pude hilar antes de que mi mente
comenzara a fallar.
—Eso
esperemos—murmuró uno de ellos.
El
mayordomo me abrió la puerta y me introduje para encontrarme con Cass y Huge,
quienes estaban en una enorme mesa a ambos extremos de la cabecera observándome
atentamente.
—Princesa—reverenció
Cassidy y después la imitó Huge.
¿Qué
estaban tramando?
—Se
me ha convocado a su reunión ¿por qué?
—Toma
asiento—exhortó Cassy.
—En
cuanto me den una explicación coherente lo haré, mientras no tenga una
respuesta no cuenten con ello.
—
¿Debo recordarte a los guardias? —intervino Huge por primera vez.
—No
hay necesidad, tengo muy presente el hecho de que ahora cuento con una
seguridad mayor que la de mis padres y
no me importa, sólo quiero saber qué diablos quieren—musité molesta por
todo este drama.
—Cálmate
¿quieres?, sólo queremos charlar, pero necesitamos que te sientes y te relajes.
—Cassidy
no me pidas eso, sabes perfectamente que no lo haré hasta tener la estúpida
respuesta.
—Muy
bien Jinohra, quiero negociar contigo, por lo que veo has abandonado a Aivan
por el dinero de Huge…
—
¿Qué? ¡Este imbécil te…
—Calla
por favor, tengo mis razones para creerle, sin embargo quiero que reconsideres
todo esto Jinohra he venido a hablar contigo pero Huge se niega a dejarnos
solas.
—Muy
bien, pues dime lo que debas decir y después hablaré.
—Primero
quiero saber el por qué de tu decisión.
—No
decidí nada, vine a arreglar una cosa con Huge, para ser precisa su ataque
“terrorista” en mi contra para traerme aquí y Aivan resultó herido, por lo que
no vino, no quería exponerlo a este infeliz.
—Suena
creíble—se puso de pie y rodeó la mesa para ponerse frente a mí—ahora lo que no
me queda claro es por qué no trajiste a tu ejercito, por qué pasaste así, sin
más.
—No
creí necesitarlo, no pensé en que me fuera a secuestrar, no es como si le fuese
a enviar una carta diciéndole “estoy lista para mí secuestro”.
—No
te está secuestrando, yo le pedí que te retuviera para que pudiésemos hablar,
pues él me dijo que habías dejado a Aivan y venía a corroborarlo, ahora puedes
retirarte a tu reino.
Salí
sin entender qué estaba sucediendo ahí dentro, sin poder comprender por qué
Huge mintió de esa manera tan descarada.
Subí
de regreso a mi torre siendo nuevamente escoltada por los mismos guardias.
—Me
han dicho que puedo retirarme—mascullé para ver si me hacían caso.
—Lo
sabemos, pero nosotros no respondemos a las órdenes de la nobleza de
Campterlyn, sólo a la familia real de aquí.
—Pero
soy la princesa de Newry, uno de los reinos más influyentes y futura reina de
Lisburn la mayor potencia económica del mundo, así que si no me sueltan ahora
que están vivos lo deberán hacer por la fuerza—alardeé, pues si no sabían dónde
me encontraba mucho menos podría darles la orden para que atacaran.
Caminé
a mi habitación ideando un plan para escapar, para avisarles a las personas de
fuera que me tenían presa y que no creyeran en Huge, él estaba mintiendo
mientras sus padres, los reyes, estaban en la maldita reunión junto con mi
padre.
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