Ya había pasado una semana yendo y viniendo del SAC y obviamente sin ver al príncipe o al rey. Las heridas ya estaban cicatrizando aunque aún se notaban las lesiones y debía cubrirlo con unos curitas que la sirvienta había conseguido en alguna farmacia ahí cerca.
Volteó
a ver el papelito nuevamente cuestionándose si leerlo o no, la verdad era que
desde que el rey le dijo que lo leyera no había reparado en lo curioso que
resultaba y en lo enigmático que se había convertido. Tenía miedo de enterarse
de cualquier cosa que el rey necesitara, porque no se le ocurría algo que una
persona que lo tiene todo podría necesitar de ella.
Además
de que se supone que ese día le diría a su profesor de teatro su habilidad y
aún no tenía nada. Según el rey ella era muy inteligente pero dudaba que fuera
una gran habilidad dentro de la actuación y Dariel le dijo que era muy fuerte,
quizá eso ayudaría por el momento.
Salió
de su habitación a hablar sobre el asunto de la tarjeta con la sirvienta.
Necesitaba que alguien la escuchara y le diera una opinión acerca de la
decisión que tomaría respecto a lo que el rey pidiera.
—Señorita
Venturi, yo no puedo abrir esa carta, ahí dice claramente que es para usted y
me temo que estaría violando una regla estricta para la servidumbre del
palacio—se disculpó amablemente la mujer.
—Lo
siento—Nay tomó la carta y la abrió—, listo, ahora ya está abierta, léala para
mí ¿sí?
—Por
supuesto—se aclaró la garganta y comenzó a dar lectura:
«Estimada becada Nahyra Venturi
esta carta va dirigida a usted con la intención de pedirle un favor para la
familia real. Como probablemente ya se ha enterado por las noticias, Kouba será
cede de una reunión internacional de la diplomacia de diferentes países. Es de
conocimiento público que nuestro reino no cuenta con una princesa ni con una
figura femenina de alto rango.
Debido a que usted presenta las
características para fungir como una, le pedimos que piense la posibilidad de
asistir a la reunión como acompañante del príncipe Dariel Csustta, todos
los gastos que este evento podría generarle serán cubiertos por nosotros (ropa,
zapatos, accesorios, etc.) así que no hay problema por el dinero.
La ceremonia se llevará a cabo dentro
de un mes, para ser precisos el día 24 de Noviembre.
Esperamos su pronta respuesta.
Atentamente: La familia real.»
—Señorita
Venturi ¿qué hará al respecto? —interrogó la sirvienta mientras volvía a
revisar el papel por todas partes.
—No
lo sé, ya se me ocurrirá algo en el colegio, ¡nos vemos! —pasó a la cocina y
recogió su almuerzo para introducirlo en la bolsa.
Ya
se había acostumbrado a las miradas para nada disimuladas que le lanzaban las
chicas y los comentarios destructivos que surgían de ellas mismas. También le
gustaba la compañía de algunas chicas que comenzaron a juntarse con ella cuando
se dieron cuenta de que todos esos rumores eran completamente falsos.
Ahora,
en cuanto al talento para la clase de teatro no tenía ni la menor idea de algo
más que decir a excepción del detalle que Dariel notó en ella, y eso era aun
peor porque fue él quien la ayudó a darse cuenta de ello.
—Iris,
¿ser fuerte se consideraría un talento para teatro? —preguntó con la esperanza
de que su amiga le diera una respuesta positiva porque sus opciones se estaban
reduciendo.
—No
lo sé, pero puedes decírselo al profesor, de todas formas supongo que es un
gran comienzo. ¿De verdad nunca llevaste estas materias? —había estado haciendo
esa pregunta desde que se conocieron, no podía creer que tuviera la oportunidad
de hablar con alguien que recibió educación pública por tanto tiempo.
—No,
mis materias eran más de “cultura general” por decirlo de alguna manera.
Llevaba historia, geografía, español, estadística…ese tipo de materias son las
que se enseñan en una escuela pública.
—Wow,
ese mundo se ve cada vez más atractivo—suspiró Iris con la esperanza de que
algún día ella pudiera obtener ese nivel educativo que, aunque la mayoría
pensaba que era de lo peor, ella estaba segura de que sería una experiencia
reconfortante.
Su
primer clase el día de hoy era solfeo y tuvo que ir corriendo de la mano de su
amiga para evitar a Dariel—lo cual era complicado porque todas las clases
estaban juntos—y para llegar a tiempo y antes que él.
Llegaron
y tomaron asiento en la fila delantera para que Nahyra pudiera poner más
atención y para despejar su mente de aquella carta, al mismo tiempo de que
comenzaría a ser más participativa en clases para que mínimo no le preguntaran
cosas que no sabía cuando estaba distraída.
—Hoy
practicaremos sus escalas, por favor, todos los que toquen el piano formen una
fila a la derecha y los que quieran hacer la práctica ahora pónganse de mi lado
izquierdo.
Nahyra
por fin se sintió comprendida y fue la primera en pararse a un costado de la
profesora. Después le siguieron algunos otros alumnos, entre ellos el chico que
la llevó a la clase de teatro y desgraciadamente también estaba Dariel. Aunque
ahora que lo recordaba nunca había tenido la oportunidad de escucharlo tocar el
piano por su terrible error en el concurso.
Después
de que las filas estaban formadas Nahyra se separó y corrió hacia el otro lado
para practicar el canto. Ella estaba segura de que tocaba más que excelente,
pero su entonación estaba oxidada y necesitaría recordar sus clases para poder
seguir siendo tan buena como cuando cantó en el concurso.
El
profesor fue enumerando a todos los pianistas y después fue el turno de los
futuros cantantes. Ella fue asignada con el número veintitrés y estaba
esperando a que le dijeran quién era el trece porque sería su pareja en el
piano.
Cuando
comenzaron a pasar por números se dio
cuenta de que iban en el diez y que tres lugares atrás estaba Dariel. Maldijo
por lo bajo y fijó la mirada en un hueco pequeño que había en la pared donde
seguramente debió haber sido clavado un cuadro.
—
¡Venturi, Nahyra! —Gritó la profesora para sacarla de su ensoñación—. Espero
que esté consciente de que en este colegio no toleramos la falta de
responsabilidad en las materias, así que si no está dispuesta a participar
puede retirarse, nadie la está reteniendo a la fuerza.
—Disculpe,
pondré más atención—masculló entre dientes y desvió su mirada hacia su pareja
en la práctica.
Dariel
también la observaba y disfrutaba de verla avergonzada por la reprimenda que
acababa de conseguir. En cuanto tuviera la oportunidad de hacer que le
volvieran a llamar la atención lo haría.
—Dariel
Cosustta, deje de ver así a su compañera, por favor, trate de poner algo de
atención a la clase—regañó la profesora cansada de que sus alumnos fueran tan
irresponsables.
Ninguno
de los dos se atrevía a dirigirse la mirada, no por vergüenza, sino porque
probablemente terminarían discutiendo frente a todo el salón de clases y
sacaría temas a relucir de los cuales ninguno de los dos se sentiría orgulloso.
Además de que se suponía que él era el príncipe de toda Kouba y por lo tanto
merecía el respeto de todos, ¿pero no se suponía que él también debía respetar
a sus súbditos?, después de todo él la había derribado y había conseguido que
se llevara una lesión grave en ambas piernas.
Nahyra
cada vez fruncía más el seño hasta tal punto de asustar a todos los que la
observaban, incluso Dariel estaba entrando en pánico porque tendría que
hablarle para comenzar con la clase.
—Venturi—susurró
Dariel con la intención de que ella no lo escuchara. Justo ahora se sentía
diminuto al lado de esa chica tan insolente.
—
¿Qué quieres ahora? —Farfulló molesta mientras levantaba la vista del suelo y
penetraba la mirada de preocupación de Dariel con una de odio profundo—. Date
prisa y toca el piano para que cante.
El
príncipe se sentó de mala gana en el banco que estaba frente al teclado del
piano y se acomodó para iniciar a tocar.
—Si
dejaras de hacer tantas tonterías para tocar probablemente lograrías completar
tan siquiera una pieza—comentó Nay de forma burlesca.
—Si
cambiaras tu actitud quizá dejarían de decirte que eres una chica engorrosa y
obstinada, al igual que todos los campesinos—contestó Dariel alzando un poco
más la voz para hacerse escuchar de entre las voces que ya estaban practicando.
—
¡Deja de llamarme obstinada! —estalló Nahyra cerrando el teclado para que la
cubierta impactara con los dedos de Dariel.
—
¡Los dos vayan por un reporte a la dirección! —gritó exasperada la profesora
abriendo la puerta de golpe para que los alborotadores se salieran.
Dariel
se fue caminando de frente hacia el camino más corto a la dirección mientras
que Nahyra eligió el más largo para evitarlo a como dé lugar. Por obvias
razones Dariel llegó primero y se quedó esperando afuera de la dirección en
espera del discurso que el director le daría a Nahyra por haber actuado de esa
forma en clase.
Pero
en lugar de escuchar una discusión lo que escuchó fueron las risas que
provenían de ahí adentro y las fuertes carcajadas de Nahyra Venturi que se
retorcía de la risa ahí dentro.
Después
de tanto hablar para tratar de convencerlo de que no le pusiera el reporte
porque ella quería continuar becada, tuvieron que hacer un poco de tiempo para
que nadie sospechara de lo que estaba pasando y Nahyra pensó que hablar de algo
en común solucionaría el asunto.
Una
vez que ella salió encontró a Dariel sentado en los silloncitos reclinables del
pasillo donde esperaban a que el director se desocupara. Él tenía la mirada
perdida en el suelo y al alzar la vista pudo ver las pequeñas banditas que
cubrían las heridas que él había provocado. Pero no sólo recordó eso, sino
también el beso que le dio en los raspones cuando la ayudó a curar la herida.
—Perdona—dijo
Nay mientras se inclinaba un poco para estar a la altura del príncipe—, no debí
gritar esas cosas horribles enfrente de la clase, supongo que fue muy grosero
de mi parte gritarle así al príncipe.
—Yo
tampoco debía gritar sobre esos rumores por todo el salón aunque ya o saben,
pero eso no fue nada amable. Disculpa por todos los problemas que he causado…
—No,
yo inicié la pelea porque no he podido dormir bien por tu carta.
—
¿Mi carta?
—Sí,
donde me pedías que te acompañara…
—
¡Eras tú! —Gritó sorprendido y alarmado—, ese viejo me las va a pagar.
Nahyra
se quedó observándolo absorta mientras él se quejaba y se removía en su lugar.
Si debía acompañar a alguien como él definitivamente no aceptaría, ni aunque el
rey se arrodillara para implorar que lo hiciera. No aceptaría compartir su
tiempo con el príncipe de la estupidez.
Él
se puso de pie y la tomó del brazo, estuvo a punto de arrodillarse hasta que
recordó que él no debía hacer eso con las plebeyas.
—Por
favor no vayas, no aceptes la petición del rey.
¡Bingo!,
por fin se había develado la debilidad de Dariel y Nahyra podría aprovecharla
al máximo, o al menos hasta hartarlo y así hacerle la vida imposible.
Ella
no respondió nada y se fue caminando de regreso al salón para tomar ahí su
siguiente clase y así tratar de no sonreír tan malévolamente después de darse
cuenta de cuál sería la respuesta correcta a esa pregunta del rey. Lo único por
lo que realmente estaba nerviosa era por el hecho de que sus padres no se
enteraran de aquello o le darían la reprimenda de su vida.
Siguió
tomando las clases de música y de entrar al taller de instrumentos musicales
para practicar ahí con algunos otros instrumentos que no fuera el piano o la
guitarra. El profesor los puso a practicar con algunos otros instrumentos y
ella decidió empezar con una práctica de iniciación en violín, mientras que
Dariel cogió una flauta y una trompeta.
Desgraciadamente
ninguno de los dos tuvo un buen resultado con eso y se vieron obligados a tomar
asiento frente a los teclados para poder tocar alguna pieza conocida y no hacer
el ridículo como antes.
Dariel
observaba cómo Nay cerraba los ojos, respiraba profundamente y comenzaba a
deslizar suavemente los dedos sobre el teclado, mientras que él repasaba las
notas en su cabeza y trataba de imitar los sonidos con el teclado. Nahyra
trataba de concentrarse, pero el “click” que hacían las letras cada vez que
Dariel pulsaba cada una de ellas.
La
música del príncipe no era mala, pero tampoco llegaba a ser buena y era
evidente que el profesor se había dado cuenta pero no se lo informaba, sólo se
dedicaba a ayudar a los otros alumnos, pero los que estaban en el piano no
recibían instrucción alguna.
Nahyra
se acercó hasta Dariel y golpeó sus manos para que se detuviera.
—Ya
basta Dariel, si quieres te puedo enseñar cómo tocar sin hacer ese ruido
molesto con las teclas y así algún día podrías ganarme en algún concurso ¿no lo
crees? —musitó con la mayor disposición posible.
—No
gracias, no necesito la ayuda de una pobre campesina—declaró con displicencia y
se levantó del asiento para volver a tomar la flauta.
Nay
apretó las manos en puños y se quedó sentada frente al teclado pensando en
alguna melodía para interpretarla esta vez. Quería volver a tocar y cantar esa
canción francesa con la que ganó el concurso pero entonces sería demasiado
obvio que estaba presumiendo su talento con el piano. Así que se decidió por
algo aun más sencillo. Una canción un poco más moderna interpretada en piano.
Se
dejó llevar por el momento y cuando reaccionó ya estaba cantando y con las
miradas de todos sobre ella sentada en un rincón tocando el teclado. Odiaba
admitirlo, pero por primera vez se sintió aceptada por toda la bola de
adolescentes ricos y presuntuosos.
Dariel
no tardó en reconocer la canción y comenzó a corear a Nahyra haciendo que ella
volteara a verlo con una cara de completa alegría, lo que logró que se
sonrojara y se diera la vuelta para no volver a ver ese rostro sonriente, que
de cierta forma para él había significado un “gracias” desde el fondo de su
corazón.
—Eso
ha sido excelente—exclamó el profesor cuando la canción finalizó y todos
comenzaron a aplaudir, de hecho, aquellos que iban para actores comenzaron a
fingir su llanto.
—Muchas
gracias profesor, aunque no era nuestra intención interrumpir la clase…
—
¿De qué hablas, Venturi? Esto ha sido, en años, lo mejor que he visto en
cualquier alumno que haya pisado el taller. Simplemente ha sido impresionante
el juego de voces de ambos y si tuviera que apostar a que jamás escucharía un
dueto como este lo haría con los ojos vendados. Mis felicitaciones
jóvenes—culminó el profesor y todos regresaron a lo que estaban haciendo…todos
excepto Dariel y Nahyra, quienes no sabían qué decir en ese momento y sólo
jugaban con sus manos de forma incómoda.
—Gracias—comenzó
Nahyra—, por no dejarme sola mientras cantaba. Pensé que los demás me tacharían
de loca.
—Por
un momento pensé que lo estabas, pero después me di cuenta de que canto mejor
que tú—bromeó y por primera vez en toda una semana los dos se sonrieron. Deja
de sonreír por favor, odio que sonrías—murmuró completamente molesto Dariel
dejando confundida a Nay.
Su
sonrisa no era fea, ni siquiera le parecía molesta. Lo molesto era esa fiebre
que le venía cada vez que la observaba riendo. Seguramente le enfermaba verla
así de feliz, porque lo que él realmente estaba buscando era hacerle la
estancia más miserable en la historia del Special Art College y lo único que
había conseguido era hacerla feliz en el primer día de ambas semanas.
Dariel
siguió caminando hasta encontrarse con sus amigos para poder charlar un momento
durante el descanso. Si quería hacerle la vida miserable a Venturi debería
necesitar ayuda. Y no conocía a personas más apropiadas para eso que sus
amigos.
—Antoni,
necesito que me hagas un gran favor—dijo Dariel acercándose un poco a su amigo
para contarle sobre su plan. — ¿Qué dices?
—Eso
es muy cruel ¿no lo crees? Y para empezar no entiendo qué te ha hecho la
campesina, hasta a tu padre le agrada. No entiendo qué tienes contra ella.
—Me
enferma verla, no tolero su presencia.
—Si
no te conociera diría que te gusta esa campesina—Dariel estuvo a punto de
reclamar pero su amigo lo calló—, pero sé que jamás te fijarías en alguien como
ella y por eso estoy dispuesto a ayudarte. Pero a cambio responderás una
pregunta.
—Claro,
porque me hagas el enorme favor de quitarla del camino lo haré.
—
¿Sabes si ella ya ha besado a algún chico?
—
¿Por qué lo preguntas?
—De
todas formas no obtendrás mi ayuda si no me respondes esa pregunta. Nos vemos
porque tengo una clase pendiente y ya no puedo faltar más o la tendré que dar
de baja—Antoni se levantó de la banca y se fue hacia su salón pensando en que
su amigo estaba perdido, porque sin quererlo, él ya se había enamorado. El
único inconveniente era que él tardaría en darse cuenta de ello.
Dariel
también tuvo que ir hacia su salón para poder asistir a su clase de teatro y
poder presenciar el momento en el que Venturi fracasaría al no tener una
habilidad que no fuera la música. Quizá esta vez sería su propia culpa el que la
echaran de clase.
Todos
comenzaron a llenar el pequeño auditorio ubicado dentro del SAC y los murmullos
no cesaban. Estaba a punto de presentarse otro bloque de estudiantes que, al
igual que la semana pasada, habían practicado para presentar otro espectáculo.
Pero
para Dariel había algo mucho más esperado. El momento en el que Nahyra pasaría
ante todos para decir cuál era su talento.
La
obra esta vez no era sobre un circo, era sobre una boda forzada entre dos
personas, ese tipo de obras donde los personajes se enamoran sin quererlo. La
típica historia cliché que nunca falla con las chicas. A excepción de que sean
como Nahyra, aquellas chicas para las que encontrar al amor de su vida no es
una prioridad.
La
obra terminó con todos aplaudiendo de pié hasta que el profesor salió detrás
del telón a dar un anuncio importante.
—Por
favor, recibamos con un aplauso a su nueva compañera Nahyra Venturi, ella ha
venido a hablarnos sobre su talento.
Nahyra
no sabía que en ese colegio las cosas eran así. Es decir, ella se presentaba
normalmente ante sólo una clase cuando estaba en la escuela pública, pero jamás
lo había hecho para más de tres grupos juntos.
—Vamos
muñequita, no te cohíbas ante los espectadores que están a punto de conocer a
otra gran estrella.
—Mi
nom…mi nombre es Nahyra Venturi y vengo de…vengo de una escuela pública de aquí
cerca y estoy aquí porque recibí una beca por parte de la familia real.
»Realmente
no sé si tenga un talento especial, pero estoy segura de que si en esta clase
se organiza un musical seré perfecta para ello, porque mi voz es mi talento. Mi
talento es el canto.
Todos
comenzaron a abuchear porque su talento no era especial dentro de un colegio
especializado en artes, pero si les demostraba la calidad de su entonación
probablemente ellos se darían cuenta de que lo que decía era completamente
cierto.
De
inmediato Nay le arrebató el micrófono a su profesor y se entonó para
interpretar una estrofa de la canción del musical de Anita la huerfanita, quizá
no era la mejor canción que se le pudo haber ocurrido; pero necesitaría el
esfuerzo de cada cuerda bucal para alcanzar los agudos.
Siguió
interpretando dejando a todos boquiabiertos aunque ella no podía observarlos
porque tenía los ojos cerrados. Era una técnica para no ponerse nerviosa en
cuanto se pusiera a cantar con cientos de ojos observándola como si fuera un
bicho raro. Cuando concluyó todos se pusieron de pié y aplaudieron igual que
aquella vez que ella cantó con Dariel en el laboratorio con los instrumentos.
El
profesor le sonrió e hizo que pasara a su lugar.
—Gracias
Dariel, si no fuera por tu ayuda no lo hubiera logrado—susurró y le dirigió una
sonrisa.
Igual
que las veces anteriores, Dariel se sonrojó sintiéndose mareado y salió
corriendo en dirección a los baños de los hombres para revisar que no estuviera
pálido o, por lo menos que siguiera igual que esta mañana. Le había advertido a
Venturi que no volviera a sonreír y sin embargo osaba desobedecer sus órdenes.
Su
última opción era hacerle aquella pregunta incómoda que Antoni le había
planteado como condición para ayudarlo. Aunque fuera lo más vergonzoso que
podría hacer no había otra opción que haría que ella rechazara la petición de
su padre y que se alejara de él por completo.
Regresó
a tomar la última clase que esta vez era la de danza. Era la oportunidad
perfecta para pedirle a Venturi que fuera su pareja de baile y así poder
lanzarle la pregunta sin darle la oportunidad de escapar.
En
la cabeza de Dariel esa idea se veía maravillosa, pero en cuanto vio entrar a
Katherine al salón de clases se arrepintió y estuvo a punto de salir de la
clase y saltársela por primera vez. Ella era su amiga desde que tenía memoria y
siempre se emparejaba con ella porque Kate no tenía muchos amigos. ¿Cómo le
explicaría esta vez que haría pareja con otra mujer?
Se
acercó hasta donde estaba ella, y Kate de inmediato saltó para darle un abrazo
complementado con un beso en la mejilla pensando en que iban a bailar
nuevamente.
—Oye
Katherine, hoy no me apetece bailar contigo…no te lo tomes a mal, pero quiero
enseñarle cómo hacer las cosas a esa campesina antes de que repruebe.
—Muy
bien, ya buscaré a alguien más—Kate dio una sonrisa fingida y fue a un rincón
en busca de otra pareja que quisiera estar con ella. Eso no sería tarea difícil
porque era una chica realmente atractiva, su único defecto era que ella no
poseía esa facilidad de hacer amigos por ser demasiado tímida.
Dariel
caminó decidido hacia Nahyra para pedirle que fuera su pareja de baile solo por
ese día, lo cual ya era bastante humillante por sí solo, pero empeoraría con la
pregunta que debía hacerle.
Estaba
a tan solo un par de pasos más pero una bola de hombres corriendo se
atravesaron para llevarse casi cargando a Nahyra para hacer su intento de
pedirle que bailara con ellos. Sin embargo ella los rechazaba. Rechazaba a los
chicos que se creían “más apuestos” que los demás y lo había hecho sin
pensárselo dos veces.
—Lo
siento chicos, pero le he dicho a él que me ayudara con esto del baile—dijo
señalando a un chico que estaba recargado en una esquina. Y ella fue tras él.
—Vaya,
he visto que has rechazado a todos ellos por mí, debe ser duro para ti tener
que tolerar todo eso—murmuró el chico mientras se acercaba más a Nay.
—Para
nada, simplemente me pidieron bailar y yo dije que no, no hay nada complicado
en eso, además de que es una simple clase de baile.
—Eres
muy torpe—musitó y la tomó de la mano—. Por cierto aquella vez que te llevé a
la clase de teatro no me presenté. Soy Antoni Ciaponi.
—Mucho
gusto Antoni, yo soy Nahyra Venturi—le estrechó la mano y comenzaron a charlar
bajo la expectante mirada de Dariel, quien estaba asombrado de que Antoni fuera
directamente a hablar con ella aunque no había obtenido la respuesta a su
pregunta inicial. Después de todo Antoni era un buen amigo en el que podía
confiar o por lo menos eso era lo que pensaba Dariel.
La
profesora entró a dar las clases mientras cargaba un enorme estuche lleno de
discos en una mano y en la otra sostenía las bocinas del minicomponente que
usarían aquel día.
—Como
veo que ya todos han hecho parejas…—se detuvo al ver que el único que no tenía
a ninguna chica junto a él era el príncipe—. Supongo que tú podrás ser mi
ayudante el día de hoy.
Para
la clase de danza era algo humillante terminar siendo el ayudante porque eso
significaría que tendrías que bailar con la profesora e incluso, si el baile lo
requería, deberías cargar su enorme corpulencia por los aires.
—Bueno
yo…de hecho…Katherine…—tartamudeó Dariel en busca de la ayuda de su amiga.
—No
cuentes con ello Ari, ya tengo pareja para esta ocasión.
Y
así fue como Dariel terminó ayudando a su profesora de danza a interpretar un
tango.
Dariel
observaba de reojo los movimientos de Katherine con aquel otro chico
desconocido. Eran movimientos fuertes pero amigables mientras que los de Antoni
y Nay eran demasiado violentos y sugerían una especia de danza para cortejar.
—Recuerden
que este baile de salón demuestra pasión, amor, deseo—explicaba la profesora
con ademanes demasiado apasionados y dramáticos—. Así que eso es lo que quiero
ver, quiero ver esa pasión transmitida a su pareja.
—Profesora
pero no se supone que los estudiantes deban sólo practicar una danza más sana,
y no algo tan amm… ¿cómo decirlo?
—Tan
sugerente, profesora—complementó Nahyra ayudando a que Dariel terminara con su
discurso.
—Exacto,
no debería enseñarnos bailes tan sugerentes.
—Eso
es porque tú bailas con la profesora, apuesto a que si bailaras con alguien
como Nay no dirías lo mismo—excusó Antoni burlándose de su amigo.
Todos
comenzaron a reír y a discutir mientras Antoni aprovechaba el momento para
pasar más tiempo hablando con Nahyra.
—Fuiste
muy grosero con el príncipe…me agradas—declaró Nahyra con orgullo mientras asía
del brazo a Antoni para retirarse a la siguiente clase.
—
¡¿A dónde crees que vas Toni?! —gritó Dariel y salió corriendo tras de ellos—,
ni creas que te la llevarás.
—Es
toda tuya—Antoni se separó de Nahyra y la arrojó de un empujón a los brazos de
Dariel—, te la encargo—soltó una carcajada y se fue caminando mientras Dariel
seguía abrazando a Nahyra, quien luchaba contra éste para que la soltara.
Dariel
se quedó inmóvil por un momento mientras reflexionaba cómo es que ahora se
encontraba así, sosteniendo a Nay para que no se cayera y luchando contra su
amigo por ella. Definitivamente su plan perfecto había terminado convertido en
una completa locura.
Soltó
de inmediato a Venturi y la dejó caer de sentón contra el duro y frío suelo con
mosaicos de mármol para después disculparse y ayudarla a ponerse de pie.
—No
te comprendo, maldita sea me duele mucho—trató de ponerse de pie pero hizo
tanto esfuerzo que algunas lágrimas comenzaron a salir y a regarse mientras se
agachaba para ocultar su rostro de Dariel.
—No
otra vez, perdóname—se lamentó Dariel logrando que Nahyra comenzara a
sollozar—. Te llevaré a casa, o al palacio, a donde tú quieras, pero para de
llorar.
Ahora
Nay estaba confundida, pensaba que irritar al príncipe era genial, pero
preocuparlo a tal punto de la desesperación era mucho más reconfortante.
Ella
se puso de pié como pudo y caminó lentamente hacia la salida del colegio para
encontrarse con Iris y con otros chicos que quedaron en llevarla a casa. De
todas formas no necesitaba de la compasión del príncipe y debía darle una
pronta respuesta al rey antes de que se arrepintiera de su elección.
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